Os voy a contar una increíble historia escocesa, y no, no le he dado al whisky, que hay niños delante y hay que dar ejemplo. Aunque parezca inverosímil, es completamente cierta, una noticia noticiosa, corriente y moliente pero a la vez extraordinaria, cuyo titular afirma que muchos muebles de jardín, tejas, señales de tráfico y traviesas de ferrocarril de aquél país se han fabricado con una materia prima muy particular: millones de pañales inservibles, que acaban en los vertederos.
El milagro lo hace posible un nuevo sistema de reciclaje que intenta dar salida a los más de 160 millones de pañales desechables que cada año llegan a los vertederos de Escocia. Concretamente, la nueva fase del plan funcionará durante seis meses de prueba en Fife, Stirling, Perth, Kinross y Lanarkshire del Norte y, de tener éxito, se puede extender a nivel nacional.
Es lo que tiene la alegre cultura del usar y tirar, que luego generamos unas gigantescas montañas de basura que no hay cómo gestionarlas. Sin embargo, siempre hay ideas ingeniosas que sorprenden por su innovación y, algo aún mejor, por ser prácticas.
Por cierto, la cosa promete porque los beneficios podrían ser mayores de lo esperado al ampliarse el material reciclado. Además de los pañales, también se prevé recolectar otros productos de incontinencia o toallitas húmedas fabricadas con algodón como materia prima principal. ¿Que cómo eliminan la porquería? Buena pregunta donde las haya, sobre todo porque sólo imaginar el proceso provoca un no se qué nada agradable. Pero todo tiene su explicación, y según relatan sus reponsables, estas basuras se envía a una unidad de tratamiento donde los desechos humanos se convierten en aguas residuales tras esterilizar los pañales hasta los 125 grados, separando el celuloide para usarlo como materia prima.