Espacio coworking, espacio verde

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Compartir oficina y reducir la huella de carbono es prácticamente lo mismo. Al menos, así es si hablamos del espacio coworking, ese término tan de moda que supone ventajas de distinto tipo, entre ellas ambientales.

En efecto, trabajar en un lugar compartido es eco amigable. Si por un lado se pueden sumar energías y conseguir sinergias, seguimos jugando con la palabra para llegar justo donde nos interesa desde un enfoque ecológico: al ahorro de energía.

Eficiencia laboral y ecológica

El verbo compartir implica una amplia casuística en lo que se refiere al espacio coworking. Es decir, va más allá de compartir una serie de metros cuadrados, ofreciendo un sinfín de ventajas para el ahorro energético y económico.

Desde una iluminación más económica y eficiente por el simple hecho de compartirla, hasta, por ejemplo, mayores facilidades a la hora de hacer una pequeña inversión que potencie esa eficiencia mediante la instalación de bombillas de bajo consumo o temporizadores, pongamos por caso.

El uso de una nevera o microondas, habitual en estos espacios de trabajo compartido, implica un gasto energético que se traduce en una factura a dividir entre los «coworkers», y de igual manera la huella de carbono es menor.

A la hora de adquirir o renovar estos u otros electrodomésticos, también será más fácil hacerlo, y además elegir modelos eficientes. Y lo mismo cabe decir de impresoras, ordenadores y demás infraestructura, tecnología y materiales de trabajo.

Por otro lado, la decoración de estos espacios de trabajo tiene un plus verde de forma espontánea. Al tratarse de oficinas de corte moderno, en las que la tecnología tiene un papel importante, hacer descansos significa desconectar charlando en un espacio común que nos recuerde lo menos posible a esa tecnología.

La naturaleza, en este punto, es clave. Tanto mediante el simple color verde, en sus distintas tonalidades, como descanso visual que actúa como válvula de escape, como en forma de plantas de interior: jardines verticales, separadores vegetales o, por ejemplo, ubicaciones estratégicas que buscan esa cercanía con espacios verdes.

Habida cuenta de que no todas las profesiones o pequeñas empresas necesitan una localización geográfica céntrica, el espacio para el coworking puede tener ese plus estupendo que permita huir de los típicos centros de oficina bien ubicados.

Y, al mismo tiempo, rodeados de una polución atmosférica propia de muchos de los lugares céntricos urbanos. O, por qué no, si tenemos la suerte de poder elegir el lugar, quizá sería interesante ubicarlo teniendo en cuenta dónde están los carriles bici para así fomentar también una movilidad sostenible que viene muy bien para abandonar el sedentarismo.

Por otra parte, la necesidad de desconectar es general pero resulta más acusada en profesiones más creativas. En este aspecto, no solo es importante contar con espacios abiertos comunes, en los que haya presencia de plantas interiores e, idealmente, también algún que otro jardín o, al menos, terraza verde.

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A su vez, siendo como es un fenómeno surgido como e impulsado como consecuencia de la crisis económica, a la hora de amueblarlo y decorarlo es habitual hacer uso de materiales económicos. Dentro de éstos, qué duda cabe, el reciclaje es una de las opciones más interesantes.

Sobre todo, el reciclaje creativo, por aquello de poder dar respuesta tanto a las necesidades funcionales como de originalidad y marca de empresa de una manera única. O, en el caso de los autónomos, para lograr un entorno desenfadado y al tiempo profesional, acorde con el sector de que se trate.

De un modo u otro, en definitiva, la creación de un espacio coworking o nuestra participación en él puede convertirse en una manera interesante de ser más productivos y eficientes, con la ventaja añadida de que cuidar el planeta

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