La pandemia del coronavirus ha puesto en vilo a todo el mundo. Las industrias están seriamente afectadas y los especialistas prevén una recesión sin precedentes. Los lugares que solían congregar a una gran cantidad de público están volviendo a trabajar con ciertas dificultades, pues las aglomeraciones constituyen un alto riesgo de contagio.

Las piscinas no son la excepción. La llegada del verano ha aumentado la demanda de dichos espacios públicos y las playas. Ahora bien, todavía hay cierto recelo debido a que podría tratarse de un foco infeccioso. Al respecto, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC) han precisado que no existe prueba de que el SARS-Cov-2, el virus que causa el COVID-19, se pueda propagar a las personas a través del agua de las piscinas.

Además, refieren que la desinfección del agua de piscinas, jacuzzis o parques acuáticos con cloro o bromo debería ser capaz de inactivar el virus. No obstante, se recomienda a los bañistas usar mascarilla cuando se encuentren fuera del agua y a que se laven regularmente las manos. Igualmente, se deben respetar las normas de distanciamiento social.
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