Vacas que contaminan menos y una mejor leche, dos retos de la industria lechera que podrían cumplirse tan fácilmente como añadiendo un nuevo componente a su alimentación.
De acuerdo con un nuevo estudio, el consumo de linaza hervido reduce las emisiones de metano, un potente gas de efecto invernadero, y también mejora la producción de leche mediante una mayor calidad nutricional.
Lino cocido, una solución
Como es bien sabido, las flatulencias de las vacas es motivo de preocupación entre la comunidad científica y el sector ganadero desde hace largo tiempo.
No solo porque a nivel mundial el problema alcanza unas dimensiones que lo convierten en un asunto peliagudo, que precisa respuestas, sino también por sus particularidades, ya que se trata de uno de los mayores contribuyentes al calentamiento global, hasta 23 veces poderoso que el CO2.
No en vano, en el mundo hay más de mil millones de vacas, unos animales muy productivos a nivel lácteo pero también tienen el récord como productoras de metano en el mundo. El resultado, así las cosas, es una dramática contribución que no cesa de aumentar.
Si actualmente la emisión diaria de estos gases alcanza varios cientos de litros de metano diarios por animal, ésta se disparará en pocas décadas. Para 2030, por ejemplo, aumentará en un 60 por ciento.
Solventar este problema no es fácil, si bien han sido muchas las propuestas, en un suma y sigue que en muchas ocasiones nos regala soluciones más o menos aplicables, pero realmente imaginativas. En esta ocasión el invento es sencillo y parece viable de cara a una posible asunción a nivel masivo.
Dicha solución la propone el Instituto Nacional de Investigación Agronómica (INRA) francés y su materia prima básica es el lino. Su innovador método para reducir las emisiones de metano y aumentar la producción de leche consiste en cambiar, en parte, la alimentación de las vacas.
El producto o ingrediente mágico no es otro que el aceite de linaza cocido, rico en ácidos grasos omega 3 que, si por un lado ayuda a reducir su las emisiones de metano, por otro aumentar la producción de leche y le confiere esta demandada propiedad nutricional.
Cambiar la dieta del ganado en este sentido, incluyendo vacas, cerdos y ovejas, permite reducir las emisiones de metano, según demostró dicho estudio, presentado en la feria de ganado alemana EuroTier, celebrada en Hannover.
Con la particularidad de que los efectos se mantenían independientemente de cual fuese la raza de la vaca y su dieta habitual. A diferencia de estudios anteriores, que no habían demostrado este aspecto concreto.
¿Pero, por qué se consigue este doble beneficio? Tanto la reducción significativa de las emisiones de metano como la aportación a la leche de omega 3 se consigue gracias a la presencia de los ácidos grasos en la dieta.
«El metano se forma en el rumen cuando la fermentación de alimentos por las bacterias metanogénicas en el compartimento digestivo del animal y el lino contiene una gran cantidad de ácidos grasos que reducen la concentración de estas bacterias y, así, reducen las emisiones de metano», explica Jacques Mourot, uno de los autores de la investigacicón.
Básicamente, por lo tanto, el contenido de ácido graso de la leche aporta un elemento interesante para mejorar la propiedades de la leche, al tiempo que consigue la reducción de las emisiones de metano.
Lo interesante, además, sería poder aplicar este método a granjas ecológicas, con lo que lograríamos un nuevo beneficio doble. De nuevo, también a nivel ambiental y nutritivo. Y, sea como fuere, constituye una solución factible siempre y cuando el lino también tenga un coste que lo permita. Una leche más cara, en este caso, bien merecería la pena.