Manila, un barrio construido en un cementerio


La falta de vivienda es un problema en casi todas las grandes urbes del mundo. Gente del campo llega a las ciudades en busca de una nueva vida y acaba en barrios marginales bajo el techo de una chabola. Un caso extremo lo encontramos en Manila, la capital de Filipinas: un barrio que se ha creado dentro de un cementerio.

El barrio pertenece a un barrio conocido como Metro Manila, que tiene una población de unas 12 millones de personas. Es la undécima área metropolitana más grande del mundo y la quinta por población. La gran mayoría de los residentes de este barrio son pobres: el 40% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza.

Metro Manila está en el norte de este barrio, algo más de 20 hectáreas conectadas por calles y escaleras, entre tumbas y nichos. No todo el mundo está dispuesto a vivir en un lugar como éste, así que sus habitantes tienen un amplio espacio para vivir. Se han levantado chabolas de madera y de hierro sobre tumbas que, en ocasiones, forman parte de las viviendas. Sarcófagos de piedra y mármol se han convertido en camas. Se obtiene agua potable proveniente de una docena de pozos excavados en los jardines del cementerio.


El cementerio-vecindario es una ciudad dentro de un barrio que prospera con una red de calles y callejones rodeados por mausoleos y tumbas. Hay canastas de baloncesto donde los chicos juegan, puestos de comida rápida y venta callejera…

Visitantes de los fallecidos

Pero también hay visitantes ocasionales, los familiares que entran a celebrar un funeral o a visitar a sus seres queridos que ya han fallecido. Hay bares de karaoke, restaurantes e cibercafés. Peor también se celebran un máximo de ochenta entierros cada día.


Algunos residentes viven, no sólo en el cementerio, sino de él. Son adolescentes que transportan ataúdes por dinero o niños que recogen chatarra, plástico y, en general, cualquier desecho que se pueda vender. Hay hasta vigilantes de tumbas, encargados de que nadie perturbe la paz de los muertos.

Parece que los primeros residentes (vivos) del cementerio llegaron en la década de los cincuenta del siglo pasado. Pero el aumento de la población en la década de los noventa se produjo una llegada masiva de gente. Se estima que viven unas 6.000 personas en el cementerio.

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