La sostenibilidad es importante a nivel ambiental y también en lo que respecta a la seguridad alimentaria. En el caso del pescado, que sea sostenible hace una gran diferencia a la hora de garantizar que, básicamente, los mares sigan habitados y las pescaderías no acaben siendo un simple recuerdo.
Al margen del veneno que pueda implicar comer pescado, -a nivel de metales pesados, plásticos y otras contaminaciones del hábitat que acaban en nuestro plato a través de la cadena alimentaria-, la sostenibilidad es una cuestión directamente relacionada con evitar la sobre pesca y, a consecuencia de ello, la desaparición de los peces.
El precio de la sostenibilidad
Del mismo modo que la falta de sostenibilidad tiene un altísimo coste para el medio ambiente y también en lo que respecta a la seguridad alimentaria, la pesca sostenible sería más cara. Al margen de que haya normativas y etiquetas en los productos que adviertan de la mayor o menor sostenibilidad, una pesca más sostenible implicaría rascarse más el bolsillo.
Una reciente encuesta ha planteado la pregunta del millón. De acuerdo con un estudio del Instituto Ixè para Greenpeace, encargado para salir de dudas a falta de estudios oficiales, los españoles no se niegan a pagar más por un pescado más sostenible.
Gracias a este estudio independiente que busca hacer luz sobre los hábitos del consumidor de productos pesqueros, realizado a una muestra representativa de la población española, sabemos más cosas sobre cómo consumimos el pescado y qué especies. Pero además, centrándonos en lo que nos importa, conocemos también cuál es la actitud de los españoles frente a la peliaguda cuestión de la sostenibilidad.
Los resultados de la encuesta revelan que los consumidores prefieren un pescado que «provenga del mar (97 por ciento) y no tanto de los ríos (38 por ciento)», preferentemente fresco (91 por ciento), en conserva (81 por ciento), congelado (68 por ciento) o sazonado (un 40 por ciento), por este orden.
Ello nos indica que la sobrepesca enfocada a la actividad pesquera en el mar debería estar en el punto de mira de las políticas de sobrepesca. Al menos, de forma prioritaria. A su vez, un 40 por ciento de los españoles afirman que no consiguen encontrar el etiquetado del pescado, mientras tan solo un 30 por ciento sí lo hace.
Como es lógico, si la etiqueta no está visible o no se tiene en cuenta su información, optar por la pesca sostenible es mucho más difícil. Solo conociendo el origen del pescado es posible conocer si proviene de la pesca sostenible o, por el contrario, de caladeros en los que se ha establecido una veda.
Finalmente, concretando sobre la buena predisposición de los españoles apoquinar un dinero extra por una pesca más sostenible, el 61 por ciento de los encuestados estaría dispuesto a pagar más por un pescado sostenible.
De ellos, el 51 por ciento de los encuestados pagaría un plus de un máximo de un 10 por ciento, mientras otro 10 por ciento pagaría hasta un 20 por ciento más o un precio superior, si fuese necesario.
No siempre es más caro, pero por lo general, actualmente, en muchas ocasiones el producto más sostenible resulta menos económico, al margen de que venga de zonas más cercanas. En concreto, la gran mayoría de los encuestados se mostró dispuesto a cambiar sus hábitos de consumo de pescado si con ello para hacerlo más sostenible. Tanto a elegir especies de temporada, menos explotadas o pescadas de forma más sostenible.
Recordemos que en 2014 entró en vigor una nueva normativa de etiquetado en la UE que obliga a que figure el método empleado para su captura y lugar de pesca, tanto en productos frescos como congelados.