Resultan curiosas, divertidas y muy ecológicas. Las pajareras que miden la contaminación y regalan conexión WiFi cuando mejora la calidad del aire son una interesante propuesta de mobiliario urbano que no deja indiferente a nadie.
Se cuelgan en los troncos de los árboles o en cualquier otro lugar, con lo que su forma se integra en el ambiente de un modo sencillo y muy discreto. Aunque su objetivo es justo el contrario, pues busca hacerse de notar a golpe de innovación tecnológica.
WiFi a cambio de calidad ambiental
En efecto, al más puro estilo de las smart cities, las casitas para pájaros miden la contaminación del aire mediante sensores, variando el color de sus pequeños tejados mediante luces LED que informan sobre su estado.
A través de esos sensores se envía información a un servidor donde se realiza un análisis de los mismos. Es entonces cuando se hace pública la información a través de las luces de distinto color, explican sus creadores, una start up llamada TreeWiFi.
Cuando el tejado se ilumina de verde, significa buena calidad del aire, y al momento es posible compartir la contexión a internet en plena calle. Cualquiera puede conectarse con sus dispositivos móviles, a modo de refuerzo positivo para concienciar sobre la importancia de un aire limpio.
Al fin y al cabo, todos contribuimos a una mayor o menor calidad del aire en las ciudades. Unos más que otros, es cierto, pero en este caso la idea es sensibilizar al respecto haciendo depender un servicio muy demandado como es la conexión WiFi con la salubridad atmosférica.
Una ingeniosa manera de establecer una asociación mental que motive a realizar eco gestos a la ciudadanía (sobre todo en lo que respecta a la movilidad sostenible y, en general, con una menor huella de carbono) a partir de la relación que se establece entre los conceptos de logro y recompensa.
Además, cuando hay WiFi gratis, justo antes de establecerse la conexión los usuarios reciben consejos y trucos sobre cómo mejorar la calidad del aire en su entorno.
Actualmente, el proyecto está en fase de prototipo y busca recaudar para su desarrollo. El primer objetivo es construir cinco unidades para colocarlas en Ámsterdam, donde ya hay una funcionando gracias a la donación de la Awesome Foundation Amsterdam. A partir de esta iniciativa se espera que cunda el ejemplo y las urbes se llenen de ideas tan verdes y ocurrentes.
Lógicamente, sus creadores apuestan al máximo por su proyecto. Creen que el bajo coste de las casitas permite poder colocar un sinfín de ellas en las grandes urbes. De este modo, no solo se podría ofrecer conexión a la red en toda la ciudad, sino que además serviría para realizar un buen seguimiento de la polución atmosférica.
Tanto su evolución como los diferentes picos a lo largo del día. Los datos registrados no serían una media de lo recabado en unos pocos puntos, como ocurre actualmente. Con este tipo de propuesta, que podría adoptar otras formas, al no ser aparatos caros las mediciones serían mucho más exactas. Entre otras cosas, a partir de ellas sería fácil establecer políticas medioambientales ad hoc, con lo que ganarían en efectividad.
Dejando volar la imaginación, su creador, Joris Lam, sueña con colgar sus casitas de pájaros en toda Europa, empezando por Ámsterdam, donde colocaría alrededor de medio millar. Su objetivo es claro, y muy loable: despertar la concienciación ciudadana con un proyecto simpático, que busca sensibilizar e informar sin resultar cargante. Muy al contrario, en esta ocasión la buena calidad ambiental tiene premio, y conseguir que el tejado luzca siempre verde, con barra libre de WiFi, la merecida recompensa. Todo un invento, eco amigable y lleno de buen humor.