En la web del estudio de arquitectura SaAS (Sabaté y Asociados) se puede leer el propósito final de su trabajo: «Buscamos la síntesis entre calidad arquitectónica, eficiencia ambiental y responsabilidad social». Por ello, han recibido uno de los premios Acció 21 que concede el Ayuntamiento de Barcelona y que están organizados por el Consejo Municipal de Medio Ambiente y Sostenibilidad.
En concreto, el Ayuntamiento de Barcelona ha premiado la iniciativa Low Impact Mediterranean Architecture (LIMA), una iniciativa que agrupa un consorcio de unas cuarentena de empresas y organizaciones relacionadas con el sector de la construcción y la arquitectura cuyo principal objetivo consiste en demostrar que es posible una drástica reducción del impacto ambiental relacionado con todo el ciclo de vida de un edificio y, al mismo tiempo, es viable económicamente.
La ciudad de Barcelona pretende, con la Agenda 21, desarrollar un modelo de desarrollo que cubra las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras. Este modelo tiene se basa en una relación diferente con los recursos naturales, de forma que preserve la naturaleza, mejore la calidad ambiental y reparta equitativamente los usos y los beneficios de los recursos.
La iniciativa LIMA ha sido premiada por la capacidad de aunar los esfuerzos de más de cuarenta empresas, universidades y centros tecnológicos en un proyecto común. El primer edificio construido con el estándar de calidad LIMA ha sido un centro de atención al ciudadano en la Barceloneta.
Para su diseño se han estudiado la energía que necesita y las emisiones asociadas a los procesos de extracción, transporte, fabricación y puesta en obra de los materiales, así como al proceso de deconstrucción y reutilización, rehabilitación o reciclaje de los materiales usados una vez finalizado su ciclo de uso.
El proyecto LIMA alcanza una reducción de emisiones del 97,4% en comparación con un edificio habitual de nueva construcción y cumple con todos los requisitos del Código Técnico de Edificación. Esta reducción se consigue con la selección de materiales de bajo impacto, un aislamiento de 12 centímetros en fachadas y cubierta y de 10 centímetros en el suelo, que además permite un traspaso adecuado de energía térmica. Así mismo, la fachada cuenta con una cubierta vegetal que minimiza la transmisión de calor proveniente de la radiación solar hacía el interior en verano. Este edificio, además, cumple con las exigencias del estándar alemán Passivhaus.