Revolución alimentaria: un pueblo que se autoabastece de comida


La verdadera revolución vendrá cuando la gente no dependa de las grandes corporaciones. En especial, para las necesidades más básicas, como alimentarse. ¿Una utopía? Quizá. Pero hay una pequeña localidad inglesa que está convirtiendo esa utopía, ese sueño, en una realidad. Es Todmorden, donde la gente se ha unido en un objetivo común: el autoabastecimiento alimentario.

En Todmorden, los conciudadanos trabajan juntos con el objetivo de compartir la responsabilidad de asegurarse un bienestar y una calidad de vida para el planeta y para ellos mismos. Buscan, en definitiva, la sostenibilidad. Además de plantar sus alimentos y repartirlos, aprenden a trabajar juntos, a colaborar, a compartir platos y apoyar la economía local.

Los vecinos de Todmorden plantan verduras, hortalizas y tienen árboles frutales en setenta espacios públicos. Cuando llega la cosecha, todo el mundo puede recoger su parte. Hay carteles donde se puede leer: «sírvase usted mismo» (y esto vale incluso para los turistas). Es una revolución hortícola, ecológica, comunitaria y socialmente responsable. La han bautizado como Incredible Edible (comestible increíble).

La iniciativa comenzó hace seis años. Se trataba de plantar a discreción verduras, hortalizas y árboles frutales en los diferentes espacios públicos. Además, se creó una red de voluntarios para cuidar los cultivos. Casi trescientas personas se turnan para dedicar dos mañanas al mes al cuidado de los cultivos comunitarios. ¿No es mucho tiempo, verdad?

El príncipe Carlos acudió a la fiesta de la cosecha

Hay repartidos por el pequeño municipio maíz dulce, cebollas japonesas, hierbas medicinales y especias, tomates, coles, acelgas… Con todo el alimento que se cosecha, no sólo se abastece todo el pueblo, sino que sobra. Con el excedente se organiza la gran fiesta anual de la cosecha. Una vez, acudió el príncipe Carlos, ecologista confeso. Ellos mismos se definen como un movimiento inclusivo del mundo: para participar, sólo hay que comer lo que cosechan. ¿Quién se puede resistir?


Las únicas reglas que se siguen son las de la naturaleza, esto es, saber cómo se cultiva cada alimento y cuándo es el momento de la cosecha. La única condición para participar es querer aprender.

En las cercanías de la estación de tren, hay casi un millar de árboles frutales que dan la bienvenida a cualquier visitante que quiera conocer cómo funciona un pueblo que se abastece de alimentos. En The Bear, el local de la cooperativa, se sirve café y comida, claro, local. Es, además, el punto de encuentro de los voluntarios.

Quedaría lograr la autosuficiencia energética, algo que han conseguido en Feldheim, un pueblo alemán. Sería genial que se reunieran personas de ambas localidades para intercambiar experiencias.

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