Tres razones por las que tiramos alimentos (y cómo corregirlas)

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Las malas costumbres pueden ser de lo más sutiles, y por lo tanto pasarnos desapercibidas. Muchas de ellas obedecen a ideas preconcebidas o a reacciones espontáneas que, en el caso del despilfarro de comida, acaban provocando auténticos estragos.

En este post vamos a repasar tres razones por las que tiramos comida a la basura, sin tomar medidas para evitar hacerlo. Con el agravante de que sería fácil hacerlo, como vamos a ver a continuación.

Tres maneras de evitarlo

Para ser más responsables con el desperdicio de alimentos, en ocasiones simplemente basta con tener en cuenta cómo hacerlo o, por ejemplo, corrigiendo una equivocada interpretación de los hechos que nos libere de las tan comunes trampas psicológicas.

1. No nos sentimos culpables: No sentirse culpable cuando echamos comida a la basura, ya sea porque ha caducado o está en mal estado por una mala conservación o por haberla olvidado, pongamos por caso. Igualmente, está socialmente aceptado tirar comida que ha sobrado en el plato, incluso de forma habitual.

Para solucionar este problema no se trata de culpabilizarnos, sino de ser realistas. Es decir, de valorar el problema en su auténtica dimensión. Si pensamos a largo plazo, podremos tener una visión más clara de lo mucho que desperdiciamos, y al tiempo perdemos a nivel económico.

1. La nevera no está organizada: Conocer las instrucciones del fabricante en cuanto a ubicación de los distintos tipos de alimentos es importante para que todo dure más y tengamos claro dónde está cada cosa y en qué estado se encuentra.

A su vez, no sobrecargarla significa prolongar la vida útil de los alimentos, pues se conservarán mejor. Es esencial tanto colocar frutas y verduras, huevos, carne y demás en el lugar del frigorífico recomendado como situar delante lo que hay que consumir antes.

No solo la nevera, en realidad. El problema abarca también las despensas y armarios de cocina en general, así como congeladores. Además de ser clave tener claro qué tenemos y organizarlo por fechas de caducidad, respetando también condiciones de humedad y temperatura en función de cada alimento, lo suyo es no comprar de más.

Si no tenemos claro el ritmo de consumo que tenemos porque nunca hemos reparado en ello o porque, sencillamente, tendemos a sobreestimar lo que podemos consumir, siempre tendremos problemas en este sentido.

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A la hora de hacer la compra no solo hay que tener en cuenta las cantidades que se compran sino también el tipo de envase en el que viene. Igualmente, la sensación de proveernos bien de alimentos puede jugar en contra.

Es decir, no hay que comprar demasiado. Para ello, es importante conocernos, analizarnos y cambiar pequeñas cosas para despilfarrar menos comida y dinero. Aunque parezca una cuestión menor, lo cierto es que éste y otros comportamiento automáticos que tenemos necesitan ser revisados si de evitar tirar alimentos se trata.

1. Nos gusta lo nuevo y falta información: A la hora de cocinar es habitual utilizar los productos comprados más recientemente. De este modo, mucha comida con fecha anterior o productos ya empezados quedan relegados, y va sumando papeletas en la rifa que sortea un viaje al cubo de la basura.

En otras ocasiones, el problema es tan fácil de resolver como conocer la diferencia entre consumo preferente y fecha de caducidad. Mientras el primero es una fecha indicativa, la segunda indica fecha tope. Por lo tanto, aquellos pueden consumirse sin problema una vez pasada la fecha.

No hay que tirarlos, como tantas veces se hace por simple desconocimiento. De igual manera, es importante conocer los signos de los productos que están pasados, por ejemplo en frutas y verduras, para así poder tomar mejores decisiones.

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