Estar en contacto con la naturaleza tiene su encanto. Pero no solo eso. Si además vivimos en una zona residencial que nos mantiene cerca de un entorno verde, además cuidamos de nuestro corazón.
Así lo constata, al menos, un reciente estudio del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (CREAL) y del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal). Investigadores de ambas instituciones concluyeron que en las zonas con una mayor cantidad de espacios verdes existe un menor riesgo de mortalidad en adultos, sobre todo por enfermedades cardiovasculares.
Son numerosos los estudios que han encontrado que tener la naturaleza a tiro de piedra es benéfico. Nos ayuda a nivel físico y mental de un modo significativo, tanto a sentirnos más vitales y positivos como saludables.
En este trabajo, publicado en la revista Environment International, se ha realizado un repaso de estudios anteriores sobre la asociación entre la exposición a espacios verdes cercanos a las viviendas y la mortalidad.
Más verde, más salud
Se trata de un acercamiento a la cuestión desde un enfoque preventivo. Su intención es observar la relación entre ambos factores para poder orientar a políticos y profesionales de la salud.
En lo que a nosotros respecta, ciudadanos que vivimos cerca o lejos de los entornos naturales, sus conclusiones nos serán muy útiles para poder actuar en un sentido o en otro.
¿Qué nos dice este estudio? Primero, tengamos en cuenta se se trata de un trabajo recopilatorio ambicioso, que repasó una docena de estudios llevados a cabo en América del Norte, Europa y Oceanía, con poblaciones de estudio que van desde menos de 2.000 hasta más de 43 millones de personas.
Es decir, los estudios son muy distintos entre sí, y no solo con respecto a la población participante, sino también en lo tocante a otros muchos factores. Aún así, en la mayoría de ellos el estudio ha hallado interesantes coincidencias.
La mayoría de los estudios analizados muestran una clara reducción del riesgo de mortalidad en las zonas residenciales de «mayor verdor», apunta Mark Nieuwenhuijsen, coordinador del estudio.
Sin embargo, los resultados obtenidos no pueden arrojar luz sobre la relación que tienen los mismos con la diferente situación socioeconómica de los participantes. De este modo, no se puede llegar a conclusiones más concretas, que orientaran las políticas de salud pública.
No se reduce el cáncer de pulmón
Los investigadores esperaban poder observar alguna disminución de la mortalidad por cáncer de pulmón. Sin embargo, no se cumplieron sus expectativas. Por lo tanto, el aumento del verdor en zonas residenciales solo se correlacionó con una menor mortandad por patologías de distinto tipo, en especial las cardiovasculares.
Igualmente, echaron de menos poder establecer una relación similar sobre ríos, mares y otros espacios azules. Por lo pronto, no hay suficientes estudios que aborden esta cuestión, con lo que queda pendiente su realización.
Por contra, sí los hay que relacionan la mortandad y la exposición a la polución doméstica y exterior. En ambos casos, una mala calidad del aire constituye una grave amenaza para la salud.
Nos lo viene advirtiendo la Organización Mundial de la Salud con estudios anuales que hacen temblar. Millones de personas mueren por exponerse a ambientes contaminados de ambos tipos, y las políticas activas que buscan paliar estos críticos problemas brillan por su ausencia.
No puede negarse que toda aportación es importante, y de hecho si la inoperancia política es la que es, todavía lo sería más si no hubiera estudios que empujaran a tomar medidas. Así las cosas, por ahora hay dos cosas claras. Lo mejor, vivir lejos del asfalto y cerca de lo verde. Nos lo agradecerá la salud y nos dejaremos contagiar de una inefable alegría de vivir.