La información es poder, dice la famosa frase. En este caso, hay que reconocer que no viene nada mal poder distinguir una rueda de otra a la hora de comprar para así elegir la más conveniente teniendo en cuenta factores de distinto tipo, como su eficiencia energética o su comportamiento.
Para hacer algo de luz al respecto se crearon las conocidas como etiquetas europeas, en vigor desde 2012. Se trata de un etiquetado informativo de considerable tamaño que viene pegado en los mismos neumáticos. Valora, sobre todo, su carácter ecológico en cuanto a eficiencia, y también enumera sus características de cara a ofrecer información de interés práctico y también para conseguir una mayor seguridad vial.
Y es que aunque todas las ruedas parezcan iguales salvo por su marca, tamaño o dibujo, lo cierto es que en el mercado hay una gran variedad de neumáticos que hacen que la elección resulte complicada. Como consumidores responsables o, todavía mejor, eco-responsables, que busca eficiencia, seguridad vial y, en suma, una idónea relación calidad precio según las diferentes necesidades, las etiquetas son todo un invento que conviene saber interpretar.
¿Cómo interpretar la etiqueta?
La nueva etiqueta de neumático para la Unión Europea, en efecto, nos permite conocer datos relativos al respeto ambiental y a la seguridad de un neumático.
Como puede verse en las imágenes, su aspecto es similar al de una etiqueta energética de los electrodomésticos, con la diferencia de que en esta ocasión es importante tener conocimientos especializados o contar con el consejo profesional para saber interpretarlos adecuadamente y hacerlos servir si pretendemos compararlos o satisfacer una serie de requerimientos.
En cuanto a la eficiencia en el consumo del carburante, la A significa eficiencia máxima y la G eficiencia mínima, con un aumento de consumo superior a 0,65 litros por cada 100 km.
Por su parte, la adherencia en superficie mojada o agarre sobre mojado va de la A, también eficiencia máxima a la F como mínimo, con una distancia de frenado que puede alcanzar un máximo de 18 metros a 80 km/h. Finalmente, el ruido exterior se mide en decibelios, con un nivel 1 que corresponde a un ruido mínimo y un nivel máximo de 3.
Etiquetas orientativas
Las etiquetas, por lo tanto, no buscan establecer una clara jerarquía entre distintos neumáticos. Aunque es más que evidente que las comparaciones siempre arrojarán un resultado de conjunto favorable a aquellos que reúnan una serie de puntos positivos, también es cierto que especificar sus características permite elegir el que mejor se adapte a un determinado uso o tipo de conducción, pongamos por caso.
Ante una serie de características los consumidores pueden optar de forma más consciente y acertada, sin que unas u otras hayan de suponer necesariamente que unos neumáticos sean mejores o peores que otros. No, al menos, si pretendemos generalizar.
Desde este enfoque, la información que nos proporciona el etiquetado facilita elegir una solución adaptada a cada situación o a las preferencias y/o necesidades, combinando neumáticos más o menos ecológicos, ruidosos o silenciosos, de invierno, deportivos…
La mejor elección
Cada consumidor se centrará en unos u otros criterios, si bien una elección eco-amigable primará las características concernientes al silencio, bajo consumo y durabilidad, buscando la máxima eficiencia. O, lo que es lo mismo, una opción que logre un equilibrio entre características eco y una conducción confortable y segura.
Según los expertos participantes en la campaña francesa «Los mejores neumáticos» (Des meilleurs pneus) la mejor opción es una combinación de varios elementos. Básicamente, se valoraba un frenado más corto, menor ruido y un menor consumo.
A la hora de interpretar la etiqueta se trata, por lo tanto, de buscar esa combinación personalizada que, además, nos permita desplazarnos de manera más segura, silenciosa y ecológica ahorrando emisiones, carburante y dinero.
Con una buena elección, todo son ventajas: reducimos riesgo de accidentes gracias a una mayor adherencia, economizamos gasolina, prolongamos su vida, reducimos el ruido hasta en un 50 por ciento, con lo que ganamos en calidad de vida.
Eso sí, tengamos en cuenta que hay una serie de aspectos importantes que no figuran en la etiqueta, entre otros la resistencia al desgaste, al aquaplaning, el nivel de ruido interior o el rendimiento de frenado en seco.