La reunión del clima que acaba de clausurarse en París (COP21) abre una nueva era en la lucha mundial contra el cambio climático. Gracias al texto adoptado esta misma tarde por los 195 países representados, un acuerdo histórico, por fin ponemos rumbo a una sociedad baja en carbono.
Que todas las delegaciones hayan dado el visto bueno al Acuerdo de París significa, sobre todo, «mantener el aumento de las temperaturas por debajo de los 2 grados con respecto a los niveles preindustriales», al tiempo que se intentará limitar el aumento a 1,5 grados, un segundo objetivo aún más ambicioso.
Las claves del acuerdo
Además de fijar el objetivo de los dos grados y animar a limitar el aumento a 1,5 grados, el acuerdo incluye otros muchos aspectos. Entre los más importantes, la financiación que se contempla para los países menos desarrollados que sufran las consecuencias del cambio climático sin haber contribuido a que éste se dispare.
En concreto, se prevé el pago de 10.000 millones de dólares al año para que países menos desarrollados pueden hacer frente a eventos extremos como sequías o inundaciones. Su carácter global y vinculante son otros aspectos fundamentales.
Por lo general los activistas han mostrado su gran satisfacción por haber llegado a un acuerdo, si bien señalan una serie de puntos débiles que consideran necesarios para alcanzar las metas estipuladas. Sobre todo, subrayan la importancia de fijar recortes obligatorios de las emisiones y lo mucho que podría obstaculizar el logro de tan ambiciosos fines.
Recordemos que la fijación de las limitaciones son voluntarias y las establece cada país. Si bien se establecerán revisiones para lograr objetivos, no existen. Igualmente, su carácter vinculante no implica que haya sanciones en caso de incumplimiento. Otro pequeño-gran detalle que podría acabar por malograr el cumplimiento del acuerdo.
Un pacto histórico
La aprobación del pacto fue un momento muy emotivo. El plenario recibió con jubilo el anuncio del acuerdo, realizado esta tarde, a las 19:30 horas en Le Bourget por el presidente de la cumbre y ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius.
El discurso del que ha sido uno delos principales artífices del acuerdo levantó al plenario y una ovación cerrada durante más de dos minutos. «Este acuerdo es necesario para todo el planeta», dijo emocionado, al tiempo que aseguró que el documento sería legalmente vinculante.
Otro de los grandes protagonistas, Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, organizadora del evento, ha calificado el acuerdo de París como «un éxito monumental»:
Había un desafío sin precedentes que afrontar. El cambio climático es el gran desafío de nuestros tiempos, una de mis grandes prioridades desde que llegué a mi puesto de secretario general de la ONU.
He estado en la línea de fuego, donde más golpea el cambio climático. Desde el Ártico al Antártico, en las islas del Pacífico, sumergidas por las olas, en el Amazonas, en el Sahel… He escuchado a los jóvenes, a los más vulnerables, a os más pobres de todos los rincones del mundo. Ellos exigían a los dirigentes que aseguren el futuro del planeta. Aquí en París hemos escuchado su voz. Este acuerdo es ambicioso, creíble, flexible, durable…
Aunque el texto ahora debe ratificarse en todos y cada uno de los países en la próxima primavera, que la cumbre de París haya conseguido llegar hasta este punto es un avance decisivo para el futuro de la humanidad.
En este caso, especialmente, salvar el planeta es evitar un fin del mundo para el ser humano y buena parte de la flora y fauna. Pero no todo está hecho. El acuerdo es esencial para el planeta, pero en la práctica será solo un comienzo. De su ratificación y posterior cumplimiento dependerá su éxito, y queda un largo y difícil camino por delante.