¿Es posible importar a la UE productos transgénicos prohibidos por su legislación? Aunque suene a contrasentido, la respuesta es afirmativa. Tal y como denuncian organizaciones de consumidores, ecologistas y de agricultores, se están cocinando una serie de acuerdos entre Estados Unidos y la Unión Europea que podrían implicar la entrada de alimentos que incluyen ingredientes transgénicos no aprobados por Bruselas.
Según denuncian estas entidades, si bien la actual legislación europea no admite transgénicos no autorizados en opr la UE, hay una serie de presiones para que haya más permisividad. Tanto EEUU como los lobbies de la industria, entre otros la multinacional Monsanto, presionan para que las normas sean más flexibles, afirman en un comunicado firmado por Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU), la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), la organización más representativa del sector.
En esta ocasión, la flexibilidad vendría de un modo torticero, mediante una suerte de camuflaje para que «la UE permita las importaciones de alimentos y semillas mezclados con productos transgénicos, incluso cuando el material transgénico no esté autorizado en la UE», dicen. Y, de hacerse así, ni consumidores ni agricultores podrían saber si las semillas o la comida contiene o no transgénicos.
Los TTIP y los transgénicos prohibidos
En concreto, denuncian que el Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones entre Estados Unidos y la Unión Europea (TTIP), cuyos documentos han sido filtrados, así como el acuerdo comercial con Canadá,-para permitir niveles bajos de contaminación transgénica en alimentos y semillas-, «demuestran» la intención de importar transgénicos ilegales en la UE.
En concreto, los documentos publicados sobre acuerdos comerciales europeos con Canadá» demuestran que la zona comunitaria ya está rebajando sus estándares«. Así, los últimos tratados, tanto los canadienses, como el que se va a firmar con EEEUU, que toma de ejemplo aquel, han encendido las alarmas.
Por otra parte, en una carta filtrada del anterior responsable de seguridad alimentaria de la UE queda patente la intención de aumentar las importaciones de colza transgénica como parte de los mismos acuerdos canadienses.
Salud y protección ambiental
¿Acaso vamos hacia un modelo normativo flexible, que acabe permitiendo trangénicos ahora no permitidos? En la práctica, al menos, acuerdos firmados y a punto de firmar apuntan en esta dirección. O, lo que es lo mismo, se le da la espalda a una «una agricultura y alimentación que velen por la salud de la ciudadanía, la protección del medio ambiente y un mundo rural vivo«.
Dejar de realizar negociaciones contrarias a la normativa europea es la petición que realizan agricultores, consumidores y ecologistas a través de este comunicado. Su reivindicación básica parte de una idea no menos fundamental: defienden que la Union Europea no necesita transgénicos y que la protección ambiental y de la libertad de elección del consumidor forman parte de los principios más esenciales de la UE.
Renunciar a esos principios en tratados comerciales no es casualidad, obviamente, sobre todo porque la orientación política es reiterada y se manifiesta en varios documentos, lo que hace pensar claramente en un cambio de rumbo, en una mayor permisividad que supone el fin de la protección contra transgénicos a nivel agrícola, de la salud del consumidor y de protección del entorno.
«Incluso niveles bajos de contaminación suponen una grave amenaza para el sector agrario, ya que los transgénicos no tienen ninguna ventaja para los agricultores y la ciudadanía no los quiere«, dicen representantes de la COAG. Al igual que el resto de las entidades denunciantes, opinan que los transgénicos «no tienen cabida» en una agricultura de calidad ni en un medio ambiente natural, y mucho menos en el plato del consumidor.