Existe el tocino de cielo, el tocino de cerdo y, desde ahora, también el tocino de mar… Y todo, gracias al desarrollo de un nuevo tipo de vegetal marino, concretamente una variedad de un alga conocida como Dulse, comestible y, curiosamente, con un sabor muy similar al tocino.
A diferencia de la Chlorella y la espirulina, algas consideradas superalimentos, el alga Dulse únicamente se utiliza como complemento alimentario o como ingrediente en la cocina asiática.
Un superalimento
Es por ello que los científicos que han creado una nueva cepa de estas algas que sabe a tocino, y que ya tienen patentada, se las prometan felices pensando en las enormes posibilidades que tiene para la alimentación humana, ya que es muy nutritiva, dos veces más que la col rizada, es rica en proteínas, antioxidantes, fuente de minerales y vitaminas y tiene un sabor a tocino que puede resultar adictivo, sobre todo para los veganos que añoran el sabor de la carne.
Eso sí, el sabor a bacon se aprecia cuando se fríen, y ello limita en cierta manera su uso. Como contrapartida, de nuevo hemos de aludir a su sabor a bacon, una característica que tiene maravillados a sus inventores y que parece ser suficiente para olvidar cualquier otra cosa, incluyendo su origen transgénico.
La nueva cepa ha estado cultivándose durante los últimos 15 años, es de rápido crecimiento, con hasta un 16 por ciento de proteína en peso seco. En un principio, se desarrolló como alimento para los abalones u orejas de mar, una delicatessen nipona que mueve cifras astronómicas.
Pero usarla solo para que las orejas de mar crecieran mejor y más rápido era desperdiciar su potencial. Fue así como se empezó a estudiar su cultivo para el consumo humano, y a día de hoy sus creadores apuestan por ella para su cultivo masivo en granjas marinas capaces de abastecer a media humanidad y, sobre todo, con el objetivo de impulsar la economía local.
Desde hace años los chefs de restaurantes veganos andan locos intentando transformar vegetales en carne sabrosa. Tenemos algunos increíbles ejemplos, como el de la hamburguesa Beast Burguer, hecha a partir de proteína de guisantes tratados para lograr sabor a buey la textura adecuada. De la misma empresa, Beyond Meat, también surgió una carne de pollo muy conseguida, otra iniciativa que está teniendo mucho éxito.
En suma, son productos similares a los cárnicos, aptos para veganos, que engañan a los sentidos de un modo pasmoso, y que por otro lado buscan ser alternativa a los productos fabricados a partir de soja o gluten. Eso sí, lograr un sucedáneo de tocino es algo nuevo y esta nueva cepa del alga Dulse amenaza con arrasar, no solo por su sabor sino porque no exige elaboración de ningún tipo.
Simplemente hay que freír y comer. Eso sí, entre la carne de pollo, la hamburguesa que sabe a buey y el tocino estamos a un paso de que empiecen a abrirse establecimientos de comida rápida para vegetarianos. Eso sí, si las propiedades nutricionales son las que dicen, y no tenemos por qué dudar, la comida rápida vegana no será un problema para la salud sino todo lo contrario.
Por supuesto, los escépticos son legión ante este tipo de inventos, pero apuesto a que también muchos otros probarán estas propuestas por simple curiosidad y, si el sabor es delicioso y cumple lo que promete, ante eso solo quedará rectificar. Y si el mundo dice sí a un alimento rico, ético y saludable, veganos y no veganos, solo quedarán pendientes dos cuestiones: abaratar su precio y hacerlo mucho más accesible. ¿Será éste el futuro de la alimentación?