Para tener un cuarto de baño más sostenible existen distintas alternativas al papel higiénico convencional, al tiempo que ayudaría elegir un papel lo más ecológico posible o simplemente por ser moderados en su uso. Al menos, como mal menor, aunque lo suyo es prescindir de él.
Pero, si los comedimientos suelen quedarse cortos, tampoco iremos muy lejos con las exageraciones o malas soluciones que no resuelven el problema. Es decir, por poner un ejemplo, en nuestro afán por ahorrar recursos y money, no es cuestión de que usemos papel de periódico o revista con el resultado de un pompis manchado de tinta e irritado, aunque también es cierto que algunas páginas de malas noticias o recibos de facturas encontrarían allí un buen destino.
Mientras haya otras posibilidades, mejor valorarlas y elegir la que mejor nos venga. Está claro que no hay soluciones buenas y malas sino mejores o peores en función de nuestra situación, preferencias y de su valor verde. En todo caso, se busca combinar ahorro económico con tener un gesto ecológico con nuestro maltratado medio ambiente y también para que no nos coman los residuos. No en vano, gastamos 14 kilos por español al año, por encima de la media europea (13.5 kilos), según el último informe de la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón (ASPAPEL).
¿Papel ecológico o reciclado?
El papel higiénico ecológico es una buena opción para ahorrar recursos naturales y reducir la contaminación. Si cumplen la normativa europea e incluyen la etiqueta de certificación correspondiente, algo importante si buscamos que estén garantizados, cuidarán aspectos clave en su proceso de fabricación (sin cloro, colorantes u otros químicos), así como la huella de carbono.
Por su parte, el papel reciclado puede no ser tan ecológico como parece, en especial si se fabrica generando residuos contaminantes. En general, será más respetuoso con el entorno el que utilice una materia prima que proceda de papel recuperado o de bosques controlados al tiempo que se controlen aspectos de su fabricación en temas como gasto de energía, emisiones y otras cuestiones sostenibles. Eso sí, elijamos uno u otro, hacer que duren multiplica su poder verde.
El bidé y otras soluciones
Utilizar el bidé supone usar agua, un punto en contra, pero nos evita el papel. Tras utilizarlo, luego hay que secarse con toalla, obviamente no con papel, ya que lo que buscamos es prescindir de él. En este punto, puede optarse por las clásicas toallitas lavables de tipo bidé o confeccionadas por nosotros mismos para este uso. Y, si nos atrevemos, siempre puede uno utilizar vegetación, siempre con cuidado de no provocar irritaciones ni problemas por suciedades o restos de pesticidas.
En algunas culturas se utilizan las hojas de plátano, hojas de maíz y un largo etcétera. ¿La ventaja? Son biodegradables y gratuitas, si bien no todo el mundo es tan osado e incluso podría entrañar peligros para la salud.
Las toallitas son tendencia
Aunque para muchos pueda parecer un tanto desagradable, lo cierto es que las toallitas reutilizables están de moda. No sólo porque permiten evitar el consumo excesivo de papel al utilizarse únicamente tras orinar, sino porque permiten reciclar totallas u otras telas viejas.
De nuevo, como ocurría con el uso del bidé, se gasta agua para lavarlas, si bien un uso coherente exigiría también utilizar un jabón ecológico, lavarse con agua caliente para desinfectarlos bien y tenderse al sol, renunciando a secadoras. ¿Pero, qué conseguimos? Ahorramos un buen dinero, ayudamos a frenar la deforestación, evitamos el contaminante proceso de su fabricación y los costes de transporte, entre otros factores responsables de la profunda huella de carbono del papel convencional.
Pero el jabón del agua para lavar las toallitas reutilizables contamina el agua