Recoger agua de lluvia es una maravillosa manera de tener reservas de agua sin recurrir al suministro público, cada vez más problemático por la escasez de agua potable que sufre el planeta.
Es cierto, unas zonas son más problemáticas que otras, pero tal y como están las cosas, la falta de agua va a ser un problema creciente en todo el mundo. ¿La solución? Buena parte del mismo se debe al cambio climático y a la ruptura del ciclo hídrico a nivel regional y mundial.
Reciclaje de aguas grises
Los eventos extremos traerán sequías cada vez más intensas y prolongadas. Dependiendo de las zonas, también se camina hacia la desertificación y cambios climatológicos que lo mismo traerán lluvias torrenciales devastadoras que largos periodos sin ellas.
Un panorama desolador, qué duda cabe, por lo que se hace necesario recurrir a soluciones imaginativas, ya que ahorrar agua no solo es importante, sino necesario y nunca suficiente para hacer frente a la tremenda carestía de agua que ya hay o que se nos avecina.
En este post vamos a abordar el uso de las aguas residuales para su reciclaje. De forma general, se realiza una reutilización de las aguas grises del inodoro, la ducha, el lavabo, los fregaderos, etc. para volver a usarse.
Por un lado, existen sistemas de reciclaje domésticos, que permiten almacenar el agua que se usa en otros lugares, salvo el inodoro, para almacenarla, higienizarla (así evitamos la proliferación de bacterias) y conducirla al inodoro. Entre otras compañías, Aqus es una empresa británica que instala este tipo de inventos.
Potabilizar el agua del inodoro
Por otra parte, el reciclaje de aguas grises puede realizarse a gran escala para su transformación en agua corriente. A diferencia de la anterior modalidad de reciclaje, no se trata de usarla para regar el jardín o llenar la cisterna del váter, sino directamente para beber. Es decir, las aguas residuales se transforman en agua potable.
En Estados Unidos algunas ciudades ya han optado por este sistema. Entre otros, varios municipios del condado de Orange, en California o, por ejemplo, en Namibia, Bélgica, Australia o en Singapur han recurrido a esta solución para poder responder a las demandas de abastecimiento urbano.
Es decir, la sequía obliga a hacerlo (no es cara y se ahorra alrededor de un 60 por ciento), y según aseguran los expertos, no representa un peligro de salud pública. Eso sí, existe un fuerte rechazo por parte de los ciudadanos. No es extraño, la simple idea resulta realmente desagradable.
¿Pero, realmente es para tanto? Beber aguas residuales recicladas puede llegar a ser tanto o más seguro que hacerlo de los embalses. A nivel microbiológico se consiguen resultados mejores y, en general, es saludable, es cristalina, insabora e inolora.
De hecho, se utiliza la misma tecnología que se aplicaba a las aguas que se usan para limpiar el coche o regar, pero afinando en el resultado. La pureza del agua y su salubridad, por lo tanto, responde al diseño preconcebido. Obtenemos un agua a la carta que es más pura que la de los ríos, afirman los expertos.
Básicamente, se siguen tres pasos. El proceso comienza con un primer filtrado de elementos sólidos, al que le sigue un segundo filtrado que elimina las partículas más pequeñas. Finalmente, el agua se somete a una esterilización mediante rayos ultravioleta.
Aún así, es complicado aceptar la idea. Una encuesta realizada en 2015 a más de 2.000 estadounidenses confirmó que pese a las experiencias valoradas por los técnicos como positivas, la población sigue siendo reacia a ello. Un 13 por ciento no quería ni oír hablar del tema, frente a un 38 por ciento de dudosos y un 49 por ciento a favor.