Bill Gates anda metido hasta el cuello en proyectos de altura, que desafían la idea misma de la utopía. El hombre más rico del mundo está convencido de que puede acabar con el hambre en el mundo y también con un sinfín de problemas ambientales con sus inversiones, muchas veces a fondo perdido, en proyectos destinados a tan altos fines.
Dejando de lado su apoyo a los cultivos transgénicos, es cierto que, por lo general, sus iniciativas apuestan por un mundo mejor y más sostenible. Su última hazaña, porque para todo ha de estar preparado, ha sido demostrar las bondades de una máquina recicladora de excrementos bebiendo agua que cinco minutos antes eran pipi y caca humanos.
El ingenio en cuestión es la Omniprocessor, una ingeniosa máquina que convierte los excrementos humanos en agua y electricidad, una de sus muchas inversiones que, como es habitual en él, ha de ir revisando para estar al tanto de sus avances y logros.
La Omniprocessor
Inventada y desarrollada por Janicki Bioenergía, la Omniprocessor convierte los residuos humanos dos recursos básicos de primer orden. Se espera poder utilizarla con grandes resultados en regiones que tienen serios problemas de sequía y/o en ubicaciones que carezcan de plantas de tratamiento de residuos o en aquellos lugares donde éstas presenten deficiencias. También allí donde haya problemas de suministro y de captación de agua proveniente de la lluvia allí donde hay escasas precipitaciones, pongamos por caso.
El agua que bebe Bill Gates procede del alcantarillado local, lo que significa que estaba mezclada con desechos humanos y demás restos contaminantes procedentes del agua sanitaria ya utilizada. Gracias a la OmniProcessor se transformó en agua limpia. Se trata de una planta capaz de convertir las aguas grises en agua potable a bajo costo, lo que significa que su propuesta podría transformar el saneamiento global.
Tal es la aspiración de Bill Gates. Lo consigue utilizando una innovadora mezcla de vapor y filtración de agua. Es capaz de convertir a diario hasta 14 toneladas de aguas residuales en agua potable. Sin duda, sería algo revolucionario para los países del mundo en desarrollo, donde abundan lugares marginales que carecen de agua potable.
Actualmente, hay un prototipo funcionando en Washington, pero se espera poder hacer muchas más con inversiones de alrededor de 1.5 millones de dólares por planta, con una capacidad de abastecer a unas 100.000 personas. Y, traducido a cifras relacionadas con las muertes relacionadas con la falta de salubridad en el mundo, los beneficios son tremendos. El primer OmniProcessor se construirá este año en Dakar, Senegal.
Reciclaje de aguas grises
El reciclaje de aguas residuales para su conversión en agua potable es una medida utilizada en muchas ocasiones para evitar racionamientos y cortes de suministro, incluyendo agua del inodoro y, en general, aguas sanitaria utilizada. Su reutilización obliga a una desinfección muy exigente, sobre todo si se pretende convertir en agua potable. Para ello, se utilizan métodos como los filtros mecánicos y la desinfección basada en rayos ultravioleta para acabar con la contaminación orgánica e inorgánica del agua, logrando finalmente un agua muy cercana a la destilada, que a menudo se mezcla con agua subterránea o de otras fuentes para acabar suministrándose a la ciudadanía. Nada que ver, por lo tanto, con la Omniprocessor.
Son numerosas las ciudades que satisfacen sus necesidades de agua, y en todas ellas ha sido una decisión política difícil de tomar, pues hay un claro rechazo por parte de la ciudadanía. Un reciente ejemplo es Wichita Falls, una comunidad texana de 104.000 personas que se opone a esta medida. Poblaciones como Orange County u otras ciudades de Singapur, Namibia y Australia tuvieron que adoptarla ante situaciones de emergencia extrema. Aún así, por muy limpia y pura que pareca el agua, incolora, insabora e insípida, no deja de ser no apta para aprehensivos.