Las asociaciones conservacionistas llevan años advirtiendo del drama que el consumo de aceite de palma supone para los ecosistemas, pero ha sido ahora, con el llamamiento de la ministra francesa de Ecología, en prime time, cuando el tema empieza a copar titulares.
Aprovechemos el tirón mediático para recordar lo que ya sabíamos, una obviedad como la siguiente: los ingredientes peligrosos para la salud y el medio ambiente no son recomendables si queremos cuidar nuestro organismo y el planeta. Entre otros el aceite de palma es una grasa vegetal saturada muy utilizada para fabricar galletas y también la crema de cacao Nutella.
La ministra francesa, en pie de guerra
Ségolène Royal, la responsable de la cartera de ecología, ha sido clara: ha recomendado no consumirla, simple y llanamente, porque uno de sus ingredientes principales (en torno al 20 por ciento) es el aceite de palma, lo que supone deforestación a mansalva en Asia y Latinoamérica.
¿Pero, acaso la ministra mira por lejanos ecosistemas? Su sensibilidad ecologista justificaría una preocupación global, sobre todo ahora que la capital gala está a punto de acoger la próxima reunión climática internacional (COP21).
Se celebrará en París a finales de año y en ella se espera poder alcanzar un acuerdo global vinculante para frenar el cambio climático o, al menos, avanzar en su consecución. Por lo tanto, puesto que la deforestación acelera el cambio climático, resultan lógicas y oportunas sus declaraciones, de las que se ha hecho eco la prensa internacional.
Una revolución climática
Así pues, ni corta ni perezosa, Royal sorprendió anoche a los telespectadores de Canal Plus espetando sin pelos en la lengua: «Hay que dejar de tomar Nutella», dijo. Y la razón ya la conocemos, la locura que supone para el planeta y para la humanidad la imparable deforestación del planeta.
¿Imparable? Quizá aún haya tiempo de actuar. Así lo cree a pies juntillas la ministra cuando afirma que «tenemos que preparar la tercera revolución industrial, que será climática, digital y energética». Y, mientras esa revolución a la francesa llega, mejor cambiar de desayunos y meriendas.
Salvar a los orangutanes
Ya puestos a hacer asociaciones de ideas en cadena (Nutella, deforestación, cambio climático y desastre a nivel planetario), también es importante incluir a la flora y fauna y, en suma, a la rica biodiversidad que ve amenazada su existencia por culpa de fabricantes sin escrúpulos como el de la popular crema de cacao.
Incluyamos en especial a los orangutanes, cuyo pelaje curiosamente tiene un color que recuerda al de la crema de cacao, una casualidad con tintes de humor negro que sirve como publicidad subliminal en favor del boicot.
Porque, qué duda cabe, si deseamos un futuro mejor para las especies en extinción que están en la cuerda floja por el hombre, en muchos casos prevenir la deforestación es fundamental.
Seguir comiendo Nutella y otros dulces que usan el aceite de palma a manos llenas significará, además de deforestación y calentamiento global, la extinción de los orangutanes, cuya desaparición es inminente de no tomarse medidas. En apenas dos décadas solo existirán en el recuerdo.
Nutella se defiende
¿Y, cómo ha reaccionado la firma italiana ante las declaraciones de la ministra? Ferrero, el fabricante de Nutella, ha asegurando que sus cultivos de aceite de palma respetan el medio ambiente. Jura y perjura que cuenta con el certificado de «sostenible» pero es irrefutable que el 90 por ciento de la deforestación de Malasia tiene su origen en la palma.
¿Más allá de esta tormenta mediática, servirá de algo el llamamiento? Llamar a la ciudadanía a boicotear el producto es todo un gesto que de un modo u otro tendrá sus efectos, pero lo suyo sería prohibir los productos que incluyan este ingrediente o cargarlos de impuestos, como ya se intentó hacer hace unos años. Leyes son amores…