Todavía es un proyecto, pero lo cierto es que no cuesta nada imaginarlo hecho realidad. No solo porque ya hay otros que lo han conseguido, como los carriles de bici flotantes de Portland o Philadelphia, sino porque el empresario James Chuck ha hecho de esta iniciativa una causa casi personal, dándole un impulso increíble, lo que hace mucho más fácil que Chicago también lo tenga en breve.
Chuck, de la empresa Second Shore, ha bautizado el proyecto como RiverRide y la idea, lógicamente, es mejorar la movilidad sostenible en Chicago a través de una infraestructura que permitiría atravesar el río del mismo nombre.
Evitar coches, hielo y nieve
Como es bien sabido, se trata de un curso de agua de 251 km de largo, que atraviesa la ciudad y que en apenas un año podría atravesarlo una estructura de carriles bici flotantes fabricadas con hormigón. Unos pontones que se ubicarían entre Horner y Ping Tom, tras haber solucionado aquel algunos problemas.
En concreto, Chuck ha dado con una solución para solventar el problema que representaba la ausencia de puntos de tierra necesarios para asentar la estructura mediante un sistema de segmentos de hormigón reforzado con acero. Será al entrelazarlos, como si se tratase del típico trazado de unas vías de tren como se lograría.
El proyecto se compone de distintos segmentos flotantes de unos 25 metros de largo y hasta 4 metros de ancho, al tiempo que se ha ideado una instalación solar que, a través de paneles fotovoltaicos generaría la electricidad suficiente para su iluminación nocturna.
A su vez, la energía solar se utilizaría para evitar la nieve y el hielo en los carriles. Teniendo en cuenta la climatología local, mantenerlos libres de ambos elementos es muy importante, como puede imaginarse. En este caso, se lograría mediante la integración de unas instalaciones de calefacción integrados en superficies estratégicas.
Se busca, por lo tanto, que las superficies permitan una conducción segura, al tiempo que se ofrece un espacio libre de coches para la circulación de bicicletas sin el estrés que produce el tráfico rodado. De hecho, los ciclistas de la ciudad se muestran temerosos de conducir en un medio urbano agresivo con este medio de transporte tan ecológico y saludable.
Actualmente, está estudiándose la viabilidad del proyecto de cara a su próxima fabricación e implementación, que correría a cargo de la empresa Marinetek, líder mundial en estructuras flotantes.
De aprobarse e ir todo según lo previsto, se podría inaugurar en verano del 2018. Pero para tener una respuesta definitiva todavía es pronto, si bien el proyecto tiene una pinta excelente y todo apunta a que será posible convertirlo en una realidad si no dentro de lo previsto, muy pronto.
¿Qué suerte correrá el proyecto? Apostamos a que muchos lo celebrarían, y debido a su componente mediático y hasta viral, no solo los residentes en la ciudad. Tanto por lo práctico que resultaría como por el impulso que supondría para el fomento de la movilidad sostenible. «Es una gran oportunidad de aprovechar el río para el transporte moderno«, dijo Chuck durante la presentación del proyecto.
¿Y el precio? Millonario, como era de esperar, lo cual no significa que ser caro sea sinónimo de falta de rentabilidad. Muy al contrario, podría ser una buena inversión, al menos en fomento de la bicicleta, dentro del actual contexto de las incipientes políticas que tienen hacia la construcción de sociedades bajas en carbono.
En cifras, según los cálculos de Chuck, se necesitarían entre 5 y 10 millones de dólares para construir la infraestructura. Su financiación podría ser tanto a través de fondos públicos como privados, un aspecto que también resta resolver. Sea como fuere, ojalá este proyecto tan eco amigable salga adelante.