Vivir sin coche es tendencia. Del mismo modo que lo ecológico y solidario están de moda, es tendencia optar por medios de transporte alternativos, desde la bici convencional o eléctrica a la bici plegable, los patines, el transporte público o, cómo no, también la caminata…
Cada vez hay más personas que optan por ello o, al menos, se plantean otras opciones de transporte diferentes, más sostenibles y económicas. Sin embargo, por mucho que desmotorizados contribuyamos a un planeta más verde, a nivel ambiental poco podemos hacer para evitar tragar CO2 si nuestro entorno está polucionado.
Y es que, aunque sin coches respiramos mejor, para notar la diferencia prescindir del coche ha de ser una decisión colectiva, de mayorías. Solo así puede hacerse la diferencia, mediante políticas respetuosas con el entorno, que promocionen el transporte sostenible, incluyendo subvenciones para que adquirir coches eléctricos deje de ser algo prohibitivo.
Razones de peso
Si bien todavía ha de avanzarse mucho en este terreno, lo cierto es que prescindir del coche puede resultar tremendamente ventajoso. No en todos los casos, pero quizá sí en más de los que imaginamos.
Romper con la cultura del coche, con ese uso intensivo que no siempre está justificado puede reportarnos grandes satisfacciones, una huella de carbono mucho más ligera y un buen ahorro. A continuación, os damos cinco razones por las que merece la pena dejar el coche aparcado, no adquirirlo o directamente jubilarlo.
1. Ahorrar dinero: Todos sabemos que el transporte público es mucho más económico que el coche, y la bici infinitamente más que aquel. Plantearse dejar el coche aparcado dependerá de los inconvenientes prácticos que ello conlleve, entre otros que las distancias sean demasiado largas para ir en bici o incluso en bici eléctrica, que la combinación de transportes sea complicada o, por ejemplo, que hayamos de transitar a horas intempestivas por lugares poco seguros.
Por lo tanto, plantearse la posibilidad de hacerlo puede resultar un verdadero ahorro que agradeceremos a final de mes, pero no siempre es factible. Lo importante es tener una intención eco-amigable, al margen de la decisión final.
2. El coche no siempre es gratificante: Aunque nos han vendido que el coche es un símbolo de libertad, esto no siempre es así. Si bien la sensación de independencia y el poder ir de aquí para allí cómodamente es maravillosa, también hay que tener en cuenta la esclavitud que suponen los atascos, tener que buscar aparcamientos, pagar seguros, impuestos de circulación, reparaciones, mensualidades si el coche está financiado…
La bicicleta tiene sus limitaciones, qué duda cabe, pero también puede proporciona una fantástica sensación de libertad por la facilidad de aparcamiento, estar en contacto directo con el entorno… y, en muchas ocasiones, también nos ayuda a sentirnos libres ir caminando, coger los patines o tomar un metro o un bus. Y, además, moverse es saludable.
3. Puedes alquilarlo o compartirlo: Vivir sin coche no significa que no los usemos de forma esporádica. De hecho, el alquiler de coches, compartirlo o usar uno de forma puntual gracias a la economía colaborativa es una interesante posibilidad que puede ayudarnos a renunciar a un coche propio.
4. Realmente no lo necesitas: No siempre se tiene la suerte de tener medios de transporte alternativos que a uno le solucionen la papeleta, pues vivimos en un país que no sabe lo que es una política de transporte sostenible que apueste por un modelo racional. Sin embargo, hay personas que casualmente pueden prescindir del coche porque tienen la suerte de tenerlo todo a favor, desde una buena combinación de transporte hasta horarios compatibles y demás.
5. Contribuirás a un mundo verde: No lo notarás a nivel individual, porque un grano no hace granero, pero también es importante predicar con el ejemplo y ser fieles a nuestros valores y principios ecológicos. Sobre todo, si con ello además ahorramos dinero y ganamos salud.