El tiempo que nos dura la comida refrigerada en buen estado no solo depende de las fechas de caducidad o de consumo preferente. Al margen de que nos fijemos en estas indicaciones, lo cierto es que saber cómo guardar los alimentos en el frigorífico puede hacer una gran diferencia para hacer un consumo más eficiente y no tirar comida.
Si ya vimos trucos para reducir la factura del frigorífico, uno de los grandes electrodomésticos que más energía consumen en el ámbito doméstico, en este post daremos algunos consejos básicos para hacer ahorrar dinero y más de un disgusto al planeta organizando mejor el frigorífico.
Una calefacción ecológica
En efecto, organizar el frigorífico mínimamente puede hacer una gran diferencia. Una de las principales claves a tener en cuenta es no dejar olvidados los alimentos más antiguos. Para ello, al traer comida nueva coloquemos los productos de forma estratégica.
Los más nuevos, por lo tanto, estarían en segunda fila, es decir, nunca tapando los antiguos, pues corremos el riesgo de que acaben por pasarse sin darnos ni cuenta. Salvo excepciones como pueden ser un consumo previsto o una buena visibilidad del conjunto de los productos cuando sea posible o, lo que es lo mismo, si la nevera no está a rebosar.
Respetar las recomendaciones de los fabricantes en cuanto a la distribución de los distintos tipos de alimentos en la nevera es otra manera sencilla de prolongar su vida útil. Y para ello no basta con ubicarlos adecuadamente, colocando lo más antiguo a la vista, sino también conservarlos dentro de los recipientes idóneos.
No todos los alimentos necesitan despojarse de sus envases originales o introducirse en recipientes herméticos, pero sí muchos de ellos, idealmente de vidrio para que sean fáciles de identificar y evitar el plástico.
Además de contar con buenos recipientes, otro aspecto que no debemos descuidar a nivel energético y de conservación alimentaria es no abrir la nevera en exceso ni más tiempo del justo. O, sin ir más lejos, sigamos también un plan de limpieza para higienizarla de forma regular en profundidad, al menos una vez al mes.
Si somos de los que compramos grandes cantidades de alimentos y luego nos cuesta darles salida porque no los consumimos al ritmo necesario dentro de plazo, podemos plantearnos dos cosas: o bien comprar menos o, por qué no, aprovechar esta circunstancia para pasarnos al verde.
Si los precios más altos de la comida son una razón de peso para no lanzarnos a la comida ecológica podemos empezar por comprar aquellos alimentos que normalmente se nos pasan por comprar demasiados, como puedan ser las frutas y verduras. En su lugar, compremos comida ecológica y obtendremos más nutrientes con menos alimentos, al tiempo que conseguiremos una nevera más aireada e ir dando salida a los productos.
Sea como fuere, no acumulemos la comida abigarrando el interior de la nevera, pues fomentaremos la putrefacción y la contaminación cruzada. Si dejamos espacio entre los productos no consumiremos tanta energía y prolongaremos su vida útil, al tiempo que podremos encontrarlos más fácilmente y reducir el tiempo de apertura.
Por último, hemos de saber qué alimentos no necesitan nevera. Normalmente lo refrigeramos prácticamente todo, salvo algunos productos tradicionales de despensa, y en ocasiones también éstos acaban en la nevera. Salvo situaciones muy puntuales que lo recomienden (humedad y altas temperaturas acusadas) no es necesario ni conveniente hacerlo.
Igualmente, aunque sea poco sabido, buena parte de la fruta y verdura pueden estar afuera de la nevera, y lo mismo ocurre con los huevos. Los tomates, patatas, plátanos o cebollas, por ejemplo, aguantan perfectamente fuera, por lo que también es básico comprar más o menos maduro en función de nuestras previsiones a la hora de consumirlos.
Excelente artículo. Muy buenas las sugerencias. Lo comparto.
Hola Aldanis,
Muchas gracias, me alegra que te resulte interesante. Un saludo!!