Es el material del futuro de las sociedades tecnológicas, con un sinfín de aplicaciones que ayudan a una mayor sostenibilidad. Pero había peros. El grafeno tiene muchas virtudes, aunque su potencial no podía acabar de explotar por su alto precio. Ahora, eso podría haber cambiado.
En efecto, la eficiencia del grafeno patinaba por sus altos costos de fabricación, así como por la complejidad de su producción. Pero eso era antes. Ahora, las cosas pueden empezar a cambiar gracias a un nuevo invento que logra producirlo de un modo inverosímil.
¿El grafeno del futuro?
Los artífices del invento son científicos australianos, inventores de una tecnología bautizada como «GraaphAir» para la elaboración de grafeno. Dicho así, podría parecer que se trata de un método nanocientífico al uso, que requiere de materias primas químicas, así como de una fabricación en un ambiente controlado.
Nada más lejos de la realidad, sin embargo. Investigadores de la agencia australiana Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation (CSIRO) bien podrían darse con un canto en los dientes con un inventazo como éste.
La nueva tecnología que han desarrollado para fabricar grafeno parece algo así como la cuadratura del círculo. No solo rompe con la maldición que pesaba sobre tan versátil material, cuyo potencial estaba frenando su dificultad de fabricación y elevados costes, sino que además consiguen hacerlo con un simple aceite de soja para cocinar.
Lo cierto es que entre una y otra cosa media un abismo, por lo que la alquimia de la nanotecnología ha tenido que hacer luz del humo, como en tantas otras ocasiones. Según sus creadores, se trata de una técnica mucho más rápida, fácil y económica.
Además, no es preciso trabajar en un entorno altamente controlado. Nada de salas blancas ni similares. El aire del ambiente no es un problema para su fabricación, más rápida y fácil con respecto al sistema convencional.
Sencillamente, a partir del mencionado aceite, una inesperada materia prima. No tanto por el atrevimiento, sino por las grandes posibilidades que supone de cara a darle un uso al aceite usado. Recordemos aquí el exitoso intento que realizaron científicos del Trinity College de Dublín en la fabricación «casera» de grafeno utilizando una batidora de alta potencia, agua, detergente y polvo de grafito.
En este caso, el aceite de cocina es la materia prima a partir de la que hacer este pequeño gran milagro, según se publica en un artículo de la revista Nature Communications. Un prodigio que tiene poco de divino y mucho de científico.
Básicamente, se trata de una técnica que consiste en transformar el aceite de soja en películas de grafeno aplicando calor. Sus creadores afirman que en un solo paso pueden descomponer el aceite en una serie de unidades de construcción de carbono fundamentales para la síntesis de grafeno.
No contentos con ello, también lograron obtener películas de grafeno con otros aceites y residuos que obtuvieron de cocinas y restos de barbacoas. En otras palabras, no solo han conseguido llevar a cabo una fabricación del grafeno más sencilla, rápida e idónea para su fabricación a gran escala, sino que también ofrecen con ello una interesante alternativa al reciclaje de aceites.
Fino, de tan solo un átomo de espesor, flexible y resistente, el grafeno se caracteriza por su gran conductividad. Se trata de un material clave para avanzar en el desarrollo de las sociedades modernas desde un enfoque tecnológico y también de sostenibilidad.
De prosperar este invento u otros parecidos que ya han surgido y a buen seguro surgirán para hacer factible su fabricación, sus utilidades podrían ser ilimitadas en los más diversos sectores. Los resultados serían revolucionarios en áreas que van desde la electrónica a la biomedicina, la informática o el abaratamiento de las energías limpias.