Convertir una puerta en una mesa


Convertir en mesas puertas antiguas, vetustas, encontradas en la calle o que, simplemente, ya no nos sirven como tales, consiste básicamente en reutilizarlas tal cual, haciendo una transformación mínima.

Colocarle patas es el requisito mínimo para conseguir nuestro objetivo, si bien es posible prescindir de ellas si aprovechamos algún banco de obra o de cuaqluier otro material, teniendo cuidado de darle un tratamiento especial en el caso de que haya de estar en exteriores.

Un sinfín de posibilidades

Aunque reciclar una puerta en forma de mesa es tan fácil como colocarle cuatro patas, siempre hay maneras de hacer que gane el resultado para convertirla en un elemento decorativo de la casa que finalmente mejore con mucho nuestras expectativas.

Las posibilidades son casi infinitas. Colocar un cristal, pintarla, poner patas más o menos altas, barnizarla o tratarla de un modo u otro son distintas opciones que en muchas ocasiones harán una gran diferencia pero en otras serán algo necesario, sobre todo si la puerta tiene carcoma o, por ejemplo, si el aspecto que tiene no es presentable. O, por supuesto, nada impide que hagamos un óleo en ella o que la forremos con papel o láminas y fotos y la utilicemos como mesa decorativa, aunque siempre puede colocarse un cristal encima para protegerlo y permitir un mayor uso.


En caso de tener una mesa estropeada con unas patas bonitas, una idea sería superponer la puerta, sin más, aunque será difícil obtener algo interesante si no tenemos una buena materia prima. En cuanto a la opción más común, colocar las patas por separado, la forma de conseguir una unidad es pintando tanto patas como mesa del mismo color o con colores a juego entre puerta, patas y sillas. Por último, en lugar de colocar las patas de forma independiente, podemos hacer una estructura que las una en forma de marco para mejorar la sujeción.

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