No estará en el mercado hasta el 2014, pero la sola creación de esta botella ya está dando mucho que hablar. Y no es para menos, porque de ella parece brotar un manantial como por arte de magia. Más rigurosamente, podemos decir que captura agua potable desde el aire gracias a los increíbles progresos que ha hecho la ingeniería que trabaja a nanoescala para perfeccionar la tecnología que lo hace posible.
La idea general de los científicos que la han inventado, el equipo de NBD Nano, es aprovechar el agua que se encuentra en forma de vapor en la atmósfera condensar las moléculas de agua presentes en el aire.
De hecho, actualmente se encuentran en una fase de investigación que persigue mejorar la producción de agua potable para los países menos desarrollados, para el riego de cultivos o para un sinfín de usos más, como la deshumidificación de ambientes interiores o, sin ir más lejos, este sopredente auto llenado de botellas.
Inspirada en un escarabajo
La tecnología está inspirada en los mecanismos de supervivencia de un insecto llamado Namib Desert Beetle, también conocido como el MacGyver del desierto, sobrenombre con el que el National Geographic se refiere a él.
Su gran éxito no es otro que conseguir vivir en un ambiente inhóspito gracias a la capacidad de su caparazón de condensar el vapor del ambiente y, tras convertirlo en minúsculas gotitas de agua, hacerlas rodar hasta su boca por la simple ley de la gravedad.
Las investigaciones imitan esta característica para desarrollar un material que permita crear superficies que recojan agua en cualquier lugar, desde tejados hasta plásticos de invernadero o las mismas botellas.
En el caso de las botellas, sus creadores explican que ésta pude acelerar la acumulación o condensación de agua, así como su posterior filtrado, con unas baterías recargables o células solares. Su capacidad de producción estaría en tonro a los 3 litros por metro cuadrado a la hora, con un clima del 75 por ciento de humedad atmosférica.