El divorcio no es ecológico


Ya se sabe, compartir es amar al prójimo… pero también supone ahorrar dinero y recursos naturales, como el agua, la gasolina o la electricidad, pongamos por caso. Por lo tanto, ese amor se extiende al medio ambiente, lo que significa que divorciarse, no compartir el mismo techo, el mismo coche, al fin y al cabo, acaba siendo una faena para el entorno.

No se trata de aguantar al otro porque seamos ecológicos por encima de todo, tampoco es eso, además de que son las industrias y multinacionales las que más contaminan, en realidad. Pero tampoco puede negarse que las cifras son las que son, y cantan que da gusto. Lógicamente, una ducha romántica o práctica, tanto se da, entre dos gasta menos agua que si nos duchamos por separado, manteniendo a su vez dos calentadores eléctricos o, por ejemplo, yendo cada uno en su coche a todas partes o encendiendo cada uno sus respectivas bombillas…

Sí, es cierto, hoy en día hay quien comparte los coches con otros compañeros de trabajo, se puede recurrir al transporte público o a la bicicleta después de un divorcio o, como contraejemplo, en muchas casas hay varios televisores y compartir la ducha es algo que no suele darse.

Derroche energético

Aún así, el divorcio supone un golpe para el medio ambiente, porque más allá de estas anécdotas la realidad es que divorciarse no es ecoamigable. De acuerdo con cifras fidedignas, cada divorciado consume un 50 por ciento más de energía que un casado, revela un reciente estudio de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos.

El estudio se centró en el gasto doméstico en una docena de países, entre ellos Brasil, Costa Rica, Ecuador, México, Estados Unidos, Grecia o China. Por ejemplo, en el caso de los Estados Unidos, si los hogares de personas separadas tuvieran la eficiencia de las de los casados, se habrían ahorrado la friolera de «más de 73.000 millones de kilovatios/hora de electricidad y 2,3 billones de litros de agua».


En todo caso, también es una cuestión de mentalidad y hábitos. Incluso viviendo solos podemos compartir con amigos, vecinos, conocidos, compañeros de trabajo y familia, ya sea el coche, la taladradora o el ascensor. El divorcio y la disminución de familias numerosas hace que se contamine más, pero también hay otras muchas formas de ayudar a salvar el planeta.

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