Las vacaciones y las maletas suelen ir de la mano, sobre todo en verano, y lo cierto es que éstas pueden llegar a cobrar unas dimensiones exageradas. Sobre todo, cuando se cargan con productos y accesorios en realidad innecesarios.
En este post vamos a sugerir algunas ideas para que el neceser no engorde más de la cuenta. Son pequeños trucos que nos permitirán ser ecológicos y prácticos a la hora de elegir los productos de cuidado personal.
Reducir y reutilizar
Las ideas que proponemos siguen dos de las máximas ecológicas por excelencia, aquella regla de las tres erres, que prioriza la reducción, la reutilización y el reciclaje como comportamientos básicos del buen ecologista.
A la hora de hacer nuestro neceser podemos aplicarlas utilizando el sentido común y solo con ello habremos hecho un gesto eco amigable. Así de sencillo, simplemente comprando o llevando la mitad de los productos estamos aplicando la regla de la reducción.
Para que hacerlo no sea un sacrificio, por otra parte innecesario, optemos por productos multiusos. Idealmente, que además sean bio. Entre éstos, los aceites vegetales como el de oliva virgen extra, el de aceite de coco o, por ejemplo, el de almendras dulces son opciones muy interesantes para mantener hidratados pelo y piel, así como para desmaquillarnos.
Algunos productos son prescindibles, por ejemplo el algodón. En lugar de gastar dinero en ellos y llenar la papelera con bolitas de algodón, simplemente prescinde. Como alternativas, los pequeños retales que podemos hacer nosotros mismos, con forma de toallita reutilizable.
Son ideales las toallas rotas o descartables por cualquier motivo. También nos sirven otras telas de rizo, como los albornoces o seca manos. Bastará con recortarlas en forma de cuadrado, tan pequeñas como nos parezca. Lo importante es que nos resulten cómodas a la hora de utilizar.
También será de gran utilidad la esponja Konjac para lavar el rostro, afinarlo y hacernos un peeling en cara y cuerpo. Es durable, suave, biodegradable y en función del color que tenga obtendremos unos u otros beneficios, tal y como explicamos en un anterior post.
El desodorante no tiene por qué ocupar ni contaminar. Recomendadísima la piedra de alumbre, tanto por ser sólida y duradera como por lo poco que ocupa y lo eficaz que resulta.
Los champús tradicionales no son necesarios. Una opción interesante es el champú sólido. Apenas ocupa nada y resulta bastante más económico, además de poder encontrarlos en versión bio.
Puede parecernos que el pelo va a quedarnos peor, pero en contacto con el agua se forma una espuma maravillosa que permite lavarnos el pelo como de costumbre. Eligiendo una producto de calidad el resultado será estupendo.
Las pequeñas botellas, especiales para viajes, son una buena opción, en especial cuando son reutilizables. Rellenándolas evitamos comprarlas, tanto las pequeñas como las más grandes. Sin embargo, por la misma consistencia del producto se gastan mucho antes.
Es decir, es mucho más fácil que se acabe. Comparado con el champú sólido, pongamos por caso, resultan una opción bastante menos ecológica. Aún así, cualquier gesto eco amigable tiene su valor, y supone una contribución en favor de un mundo más habitable.
Por último, el dentífrico también puede ser ecológico. Incluso casero, y añadir componentes que mantengan la boca fresca y, de paso, nos ahorren llevar el enjuague bucal, que ocupa lo suyo.
Curiosamente, también existen cepillos de dientes que no necesitan dentífrico, pero eso ya es algo personal, que puede gustar más o menos. Personalmente, no imagino cómo será el invento, sobre todo porque una está demasiado acostumbrada a la típica sensación de frescor que proporciona el dentífrico. Será cuestión de probarlo, digo yo…