Los casetes están tan periclitados, los pobres, que excepto para nostálgicos y excéntricos ya sirven de bien poco. Si ya no los utilizas y no quieres conservarlos tal cual ni tampoco tirarlos, queda la interesante opción del reciclaje con resultados sorprendentes.
Como materia prima para la composición y fabricación de objetos decorativos y prácticos dan mucho juego. Su forma rectangular y ese sabor a retro que emanan no tienen precio a la hora de hacer un sinfín de cosas, desde un portalápices hasta un reloj de mesa o, sin ir más lejos, una original lamparita.
Utilizados como piezas de construcción tipo ladrillo son perfectos para forrar cualquier pared, mueble o superficie en general. Dependiendo de gustos y del número del que dispongamos podemos utilizarlos como marco de un reloj (todavía mejor si también lo reciclamos), tal y como se ve en la siguiente imagen o, por ejemplo, para cubrir la puerta de un armario.
Dibujos con cintas
Hacer arte es otra sugerente posibilidad. Son muchos los creadores que han utilizado la cinta, extrayéndola para crear el pelo o cualquier contorno. Quedan genial los dibujos hechos con rotulador o tinta negra, del mismo color que la cinta, cuya función es dar un toque genial incluso incluyendo la misma cinta como simpático guiño.
Formar cubos es una fácil manera de conseguir una lámpara de mesa o, por qué no, de pared o techo. Sólo hemos de agregarle una luz y sujetarlas con pegamento o con unas corbatas blancas de plástico, sin más complicaciones.
Tendremos un bolsito años 80 y 90 si separamos las partes plásticas y las pegamos a una billetera, tarjetera o monedero de tamaño similar para guardar dinero o cualquier otro objeto, como los bonos de transporte o un pequeño reproductor de música tipo Mp3.