El equipo de investigadores de Reino Unido y Estados Unidos que rediseñaron la enzima PETasa que se alimenta de plástico ha creado ahora una combinación de enzimas con capacidad de digerir el plástico hasta seis veces más rápido. Un importante avance para conseguir acabar con el problema del PET y sus efectos nocivos en el medioambiente.
La investigación
El trabajo se ha centrado en combinar una segunda enzima con PETasa para acelerar ese proceso de descomposición del plástico. Esta segunda enzima está presente en la misma bacteria que habita en la basura y que se alimenta de botellas de plástico.
El equipo de investigación diseñó la enzima PETasa natural en el laboratorio con el fin de que fuera un 20% más rápida en la descomposición del PET. Posteriormente, ha sido combinada con la otra enzima, denominada MHETasa, para conseguir mejores resultados.
En concreto, se ha conseguido duplicar la velocidad de degradación del PET. Además, con el diseño de una conexión entre las dos enzimas para crear una ‘superenzima’, se ha logrado aumentar esta actividad tres veces más.
Esta combinación de las dos enzimas funciona con la digestión del plástico PET, devolviéndolo a sus componentes originales. Esto abre las puertas a que los plásticos se fabriquen y reutilicen sin cesar.
Un gran avance
Hasta el momento la PETasa tenía capacidad de descomponer el tereftalato de polietileno (PET) en sus componentes básicos. Esto creaba una oportunidad para reciclar el plástico infinitamente, aparte de poder reducir la contaminación por este material y los gases de efecto invernadero que aceleran el cambio climático.
El PET es el termoplástico más común y el utilizado para fabricar botellas de bebidas de un solo uso, así como para ropa y alfombras. El problema es que tarda cientos de años en degradarse en el medioambiente. Un período que la PETasa reduce a días y que, ahora, con esta combinación con la segunda enzima todavía es menor.
Artículos relacionados:
– Beach Blankets, las toallas fabricadas con textil reciclado y plásticos del océano
– Insectos y microorganismos permitirán valorizar los plásticos agrarios