La Unión Europea quiere ahondar en los riesgos alimentarios que suponen los productos químicos que encontramos en nuestra comida. Tanto de forma individual como combinados, formando los tan temidos cócteles de partículas potencialmente perjudiciales para nuestro organismo.
El proyecto encargado de analizar los químicos que nos pueden intoxicar es la Iniciativa Europea Vigilancia Biológica (HBM4EU), a través de la cual se investigará durante cuatro años. Entre otros posibles «venenos», se estudiarán los niveles del cadmio o, por ejemplo, de compuestos como los bisfenoles en el organismo de los europeos.
Mejorar la biovigilancia
La presentación del proyecto, el pasado 8 de diciembre, estuvo a cargo de la Comisión Europea en Bruselas, si bien no arrancará hasta el primero de 2017. Para su desarrollo contará con 74 millones de euros y su objetivo general es mejorar los sistemas de biovigilancia del ámbito comunitario.
Es decir, se pretende buscar contrapesos a la actividad industrial alimentaria, pues las legislaciones no son todo lo seguras que debieran, en buena parte por esta problemática, cuyas carencias están vinculadas a la falta de la información necesaria.
Como es bien sabido, la ciencia todavía no tiene explicación para un sinfín de aspectos que pueden comprometer la seguridad alimentaria, con lo que a falta de pruebas concluyentes en numerosos puntos claves resulta de todo punto imposible proteger la salud pública como sería necesario.
Tal y como afirma Argelia Castaño, directora del Centro Nacional de Sanidad Ambiental del Instituto de Salud Carlos III (CNSA- ISCIII), la entidad que lidera la participación española, la evaluación de riesgo de los productos de consumo “nunca es perfecta”.
Castaño hace hincapié en la especial importancia que tienen los avances científicos en la puesta de los medicamentos en el mercado, sobre todo considerando que en la práctica las evaluaciones se basan en estudios que nos siempre son todo lo completos que debieran.
Sobre todo, ocurría anteriormente, explica. Ahora, sin embargo, las situación ha mejorado de forma cualitativa, y en ello ha contribuido la biomonitorización humana.
Gracias a ella se ha «mejorado la precisión a la hora de establecer la exposición real a los contaminantes”, apunta. Entre otras cosas, porque “se solicita a industrias y farmacéuticas muchos más estudios en animales y otro tipo de organismos», pero las estimaciones de las concentraciones a las que está expuesta la población siguen siendo «imprecisas”.
Una ambiciosa iniciativa
La HBM4EU está financiada por Horizonte 2020 y tiene el apoyo de la Comisión Europea. El objetivo principal planteado desde el inicio es profundizar en un campo tan poco estudiado e importante para la salud pública como es la biomonitorización humana en el ámbito europeo.
Con ello se persigue lograr «una mayor evidencia de la exposición real de los ciudadanos a los productos químicos y los posibles efectos sobre la salud para apoyar la formulación de políticas«, explica la web oficial del proyecto (goo.gl/3gnNv4), donde puede consultarse su programa y evolución.
La puesta en marcha del proyecto exigirá una nueva forma de colaboración entre distintos servicios de la Comisión, representantes nacionales y diferentes organismos de la UE implicados en su desarrollo.
Por último, este tipo de iniciativas tienen un gran interés de cara a ejemplificar cómo destinar dinero a investigación puede ayudar a tomar mejores decisiones a la hora de legislar e implementar políticas en general sobre temas que exigen un mayor conocimiento de la realidad.
Siempre que se garantice la independencia de los estudios en teoría y también de forma efectiva, los fondos de investigación acercan dos realidades a menudo separadas, como son las áreas de la investigación y de la política. En especial cuando se trata de cuestiones relacionadas con la ecología y la salud pública, ambos temas claves para un planeta y sociedad mejores, muy ligados al avance de la ciencia.