Madrid no prohibirá los coches diésel en 2025

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Era demasiado bonito para ser verdad. O, si se quiere, una promesa básicamente utópica, habida cuenta de los pocos avances que se observan en esta materia. No en vano, las políticas de movilidad sostenible dejan mucho que desear a nivel nacional, y Madrid no es una excepción.

Sea como fuere, el encantamiento duró unas horas, y si bien la carroza se convirtió en calabaza en cuanto se contrastó la información, no puede negarse que fue bonito mientras lo hizo.

Un proyecto inaplicable

Según la nota de prensa publicada por la cumbre de alcaldes celebrada en Ciudad de México, Madrid, París y Ciudad de México se comprometían a prohibir los vehículos con motores diésel para el 2025. Sonaba bien, pero pronto vinieron las notas discordantes, y a la melodía se la llevó el viento.

Como era de esperar, la noticia corrió como la pólvora e incluso los medios más profesionales difundieron el comunicado, sin más. Aunque en su descargo hay que reconocer que no tenían por qué dudar de ello, pues se trataba de una fuente oficial.

Supuestamente, podría haberse tratado de un error, es decir, de una firma por parte del representante enviado a la cumbre y, en todo caso, puestos a ser escrupulosos, el olfato de un buen periodista debería haberlo puesto en duda.

Sea como fuere, su alcaldesa, Manuela Carmena, catalogaba de «inaplicable» la medida, se hubiera o no firmado, según se explica en una nota de prensa municipal que negaba lo que ya se había proclamado a los cuatro vientos.

El Ayuntamiento de Madrid, finalmente, desmintió el contenido de la nota de prensa de la C40, afirmando que no la había suscrito, si bien aprovechó para recordar que sigue fijándose como meta el 2030 para la reducción de emisiones contaminantes procedentes del tráfico.

Es decir, nada de medidas drásticas, cuando el problema de la polución del aire muy probablemente las requiere, tanto para evitar problemas de salud pública como para reducir las emisiones de cara al cambio climático.

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Del 30 de noviembre al 2 de diciembre se reunieron en la capital mexicana los alcaldes de las megaciudades (Carmena delegó en su jefe de Gabinete, Felipe Llamas) para participar en la denominada Cumbre de Alcaldes C40 con el fin de avanzar en el compromiso de las urbes con el Acuerdo de París, en vigor desde hace apenas unas semanas.

Como objetivos generales, la organización del evento recordó que a nivel urbano se debe trabajar de forma seria para reducir las emisiones máximas establecidas para para 2020 y 2030, respectivamente. En concreto, se espera pasar de las actuales 5 toneladas de CO2 por ciudadano a 3 toneladas en el 2030.

El informe sobre el que se debatió, «Deadline 2020» (goo.gl/DZvZnE), también estipula la necesidad de cifras millonarias para poder hacer frente a estos objetivos. En concreto, se precisan unos 375 mil millones de dólares para inversiones en los próximos cuatro años, fundamentalmente dedicadas a invertir en infraestructuras bajas en carbono en las ciudades C40.

Como contrapartida, se espera que la inversión sea positiva. Más allá de los beneficios ambientales, esas «inversiones transformarán y mejorarán economías enteras mediante la creación de empleo, la mejora de infraestructura, de la salud pública y de la calidad de vida».

Las ciudades representadas en este foro rozan el centenar y representan a 650 millones de habitantes. Entre otras, participan en el C40 Nueva York, Dakar, Addis Abeba, Seúl, Madrid, París, Shangai, Atenas, Londres o Estambul.

Según el mencionado informe, la defensa del medio ambiente pasa por las megaciudades, sobre todo para cumplir el Acuerdo de París, centrado en bajar las emisiones para no superar los famosos 2 grados centígrados más. De no actuarse con urgencia, la ciencia advierte que el cambio climático se situará en un punto de no retorno que golpeará a los cuatro rincones del planeta, y las ciudades sufrirán especialmente sus efectos.

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