Si la ingestión de mercurio hay que minimizarla, por otro lado hemos de garantizar que los más pequeños de la casa tengan una dieta rica en ácidos grasos, especialmente aquellos que se encuentran en el pescado.
Hasta aquí, todo fácil de entender, y fácil de llevar a la práctica si recurrimos a los complementos alimenticios o, por ejemplo, a las fuentes de omega 3 procedentes de fuentes vegetales. El problema viene cuando los niños y niñas comen pescado rico en éste y en mercurio, y lo hacen de forma regular.
Los niños españoles ingieren más mercurio
Los niños españoles están sufriendo este problema de un modo preocupante, según denuncia Joan Grimalt, investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA) y organizador de la red internacional sobre Salud Infantil, Medio Ambiente y Seguridad (INCHES por sus siglas en inglés).
De acuerdo con el especialista, el pescado del Mediterráneo tiene niveles de mercurio altos, que en ocasiones superan los niveles europeos recomendados para el consumo humano. Esta circunstancia se suma a la tradición de consumo de pescado en España, ocasionando un problema de salud pública, ya que » los niños españoles están expuestos a niveles de mercurio mucho más altos que los del resto de la UE», concluye.
Con el agravante, por otro lado, de que ahora los niveles de mercurio quintuplican los de la época preindustrial, afirmó también Philippe Grandjean, epidemiólogo de la Universidad de Copenhage. El experto advirtió que una simple lata de atún tiene niveles muy altos de mercurio, razón por la que en algunos países ya se incluyen mensajes de advertencia en la misma lata.
Cómo actuar: consejos generales
Dar pescado a los niños es importante, pero del mismo modo constituye un riesgo para la salud si no se hace de forma adecuada. Por un lado, se trata de una importante fuente de proteínas, además de contener los citados ácidos grados omega 3, DHA y EPA, claves en el desarrollo del cerebro y del organismo en general.
Igualmente, apoyan funciones vitales y son esenciales para ayudar en las funciones cognitivas del niño, de tal modo que repercute de forma directa en su nivel de concentración y éxito en el aprendizaje. Sin embargo, es esencial seguir una serie de pautas para que estos beneficios no vengan aparejados a aspectos negativos.
La frecuencia es básica, no siendo recomendable superar las raciones recomendadas, en función de los distintos tipos de pescado. Aquellos que tienen una baja concentración de pescado, por ejemplo, deben consumirse dos veces a la semana, con raciones de unos 75 gramos.
Aquellos que tienen una concentración concentración media es importante no sobrepasar la frecuencia mensual, según las recomendaciones extraídas de la Guía alimentaria canadiense, una de las más avanzadas en este aspecto. Por último, los que tienen una elevada de mercurio deben consumirse menos de una vez al mes.
En definitiva, podemos y debemos dar pescado a los niños, pero siempre evitando que coman especies que tienen un alto nivel de mercurio o haciéndolo solo de forma esporádica. Igualmente, es clave seguir la periodicidad recomendada para las especies englobadas en niveles bajos y medios.
Además, toda la familia debería seguir estas recomendaciones, sobre todo las mujeres embarazadas. La frecuencia es algo mayor para personas adultas, pero siempre actuando con moderación. Hacernos con una guías que nos ayude a conocer estos parámetros, recurriendo a listados de fuentes cercanas a nivel geográfico, nos lo pone realmente fácil.
Al tratarse de un tóxico bioacumulativo, las consecuencias se presentan a largo plazo. Además de poder causar problemas neurológicos o cáncer, pongamos por caso, resulta perjudicial para el normal desarrollo del feto. En el listado de los más contaminados con mercurio están, entre otros, el pez espada, el mero, la lubina y, en menor medida, la sardina.