Las algas son vegetales marinos o de agua dulce que pueden ayudarnos a cuidar el planeta, la salud, y además contribuir a garantizar la seguridad alimentaria.
Además de servir como abono, es una interesante fuente de energía renovable y, por ejemplo, muchas de sus especies son ricas en proteínas, con lo que constituyen una saludable y ecológica alternativa a la carne.
En este post vamos a repasar usos ecológicos de las algas. Algunos son históricos, como su utilización como fertilizante, y otros son una innovación casi futurista que podría llegar a determinar el mañana en aspectos claves como las energías renovables o la alimentación.
Las algas como fuente ecológica
Aunque se avanza mucho al respecto, las algas son una fuente de recursos inexplotada para usos ecológicos. Actualmente se les utiliza en la alimentación humana y para la fabricación de abono y biocombustible, pero su potencial es enorme.
1. Algas como combustible: Obtener combustible a partir de las algas es uno de los usos más prometedores. De hecho, es ya una realidad, pero el desafío consiste en popularizar su uso hasta convertirlas en sustitutos del petróleo.
¿Pero, cómo se realiza el proceso? Puesto que se alimentan de luz y CO2 es posible convertirlas en combustible mediante distintas tecnologías que hacen viable su producción. La empresa Bio Fuel System es una de las iniciativas con más futuro. Su impulsor, el ingeniero francés Bernard A. J. Stroïazzo-Mougin, sostiene que gracias a la obtención de ácidos grasos omega 3 al finalizar el proceso la creación de biopetróleo a través de algas resulta viable a nivel comercial.
Seafarm es otro proyecto similar. Se trata de una iniciativa en la que se cosechan algas para fabricar una materia prima sostenible a partir de la que poder obtener un amplio abanico de productos.
Además de biocombustible, se producen bioplásticos, alimentos o medicinas. Investigadores del Royal Institute of Technology de Suecia cultiva algas en granjas submarinas que se nutren de los excedentes del mar Báltico. En este caso, puesto que se aprovecha la generación de algas del mar, se cultivan durante todo el año pero se cosechan cada seis meses.
Si cunde su ejemplo, podrían prosperar iniciativas similares en las costas de todo el mundo. Una manera de cuidar el planeta, reducir emisiones y obtener combustibles, entre otros productos de alto valor comercial. Un desarrollo sostenible que hace compatible la ecología con la economía aprovechando la generosidad del mar, y ayudando también a corregir posibles desequilibrios de los ecosistemas marinos.
2. Algas como fertilizante: La utilización de las algas como fertilizante en la agricultura es una alternativa muy interesante al abono natural dentro de las buenas prácticas de la agricultura sostenible.
Entre otras ventajas, gracias a su elevado contenido en nutrientes ayudan a acondicionar el suelo y a retener la humedad. En general, mejoran el suelo y vigorizan las plantas. Las Ascophyllum nodosum, Laminaria y Fucus serratus, por ejemplo, se usan en el cultivo de algunas hortalizas, plantas ornamentales y pastos. Otras, como las coralinas, son ricas en carbonatos, y ayudan a corregir el pH en suelos ácidos.
3. Algas como alimento: Teniendo en cuenta la demanda de productos saludables que existe y la presión demográfica, que no cesa, el cultivo de algas puede ser una buena alternativa a la producción agrícola y ganadera.
No solo precisan un reducido espacio para su cultivo, sino que además suponen menos emisiones, son más económicas y cuentan con propiedades saludables. Algunas propuestas, como la que ilustra la imagen superior, nos sugieren cultivarlas sobre nuestro propio cuerpo aprovechando que podrían alimentarse del CO2 que nosotros emitimos al respirar. Es arte, pero a su vez encierra un valioso mensaje.