El olor a tabaco no sólo es desagradable, sino una seria amenaza para la salud. Como es sabido, el humo contamina el aire, recarga la atmósfera, y la enrarece con sus miles de partículas nocivas que, por otra parte, huelen que apestan y se incrustan en todas partes. Sólo una solución verde podrá ayudarnos a purificar el ambiente sin necesidad de recurrir a ambientadores u otras soluciones químicas que.
De poco sirve cambiar un olor por otro, por mucho que huela a flores o a brisa marina, ya se trate de un producto sintético o incluso natural, tipo aceite esencial. La primera actuación ha de ser la eliminación del pestazo a tabaco o, al menos reducirlo al máximo para ya luego aplicar un aroma a nuestro gusto, si bien lograrlo no es tara fácil.
Las soluciones respetuosas con el medio ambiente también las tolera mejor nuestro organismo, además de ser asequibles. En particular, acabaremos con el problema si colocamos en medio de la estancia una cacerola bien grande repleta de agua que antes habremos hecho hervir durante diez minutos aproximadamente con un tercio de vinagre blanco.
Casos difíciles
En unos minutos el vapor se esparcirá y acabará con el olor de un modo asombroso, dejando un ambiente fresco, sin olores. Además, en casos difíciles conviene repetir la operación y lavar superficies de todo tipo, incluyendo cortinas, almohadones y tapizados.
Sobre todo, tengamos en cuenta que la mejor solución es prevenir, lo que significa no fumar ni dentro ni fuera de casa, pues los olores los arrastramos y acaban por llenarlo todo.
Si es inevitable darle al pitillo, al menos abstengámonos si las ventanas están cerradas o en la habitación hay una ventilación deficiente. También conviene vaciar los ceniceros cuanto antes o, en todo caso, utilizar diseños con tapa.