El frigorífico es uno de los electrodomésticos que más energía consumen en el hogar. Si tenemos en cuenta que tiene que estar todo el tiempo encendido, entonces no hay duda: se lleva la palma en consumo eléctrico, superando a otros grandes comedores de luz, como son la lavadora o la secadora.
En este post vamos a repasar algunos trucos de fácil aplicación para reducir la factura de la luz gracias a nuestros eco gestos con el frigorífico. Solo con ellos podemos hacer una gran diferencia, pues entre el refrigerador y congelador suman alrededor del 25 por ciento de la electricidad consumida por una familia promedio.
Algunos consejos prácticos
Un sencillo truco que permite disminuir su consumo, tanto de forma separada como en un aparato conjunto consiste en dejar enfriar los alimentos antes de introducirlos. Sobre todo, es importante hacerlo justo después de haberlo cocinado, con lo que es esencial esperar un tiempo. No se trata ni de introducir el plato humeante ni de esperar a que esté completamente frío.
La razón de no esperar a que se enfríe es por una cuestión puramente microbiológica, con el fin de que no proliferen los microorganismos y que finalmente resulte un problema para nuestra salud. Por lo tanto, un término medio resultará bueno por doble partida.
Cambiar cada cierto tiempo las gomas que actúan de juntas es otro gesto interesante para cuidar nuestro bolsillo y también el medio ambiente. Lo ideal es cambiarlas cuando la nevera está empezando a cumplir años y revisarlas anualmente para así poder cambiar aquellas que pudieran estar defectuosas.
Así evitamos fugas de frío y, por lo tanto, la temperatura se conserva mejor y hacemos trabajar menos a la máquina. Igualmente, no la sobrecarguemos ni abramos y cerramos de forma continua. De este modo conseguiremos mantener el frío y eso se traducirá en un menor gasto energético.
Si nuestro frigo tiene ya sus años y peca de una eficiencia energética pobre, quizá nos salga a cuenta comprar uno que, primero, responda a las necesidades reales que tengamos (sin excedernos no quedarnos cortos), y también tenga una bonita etiqueta energética, a ser posible luciendo un estupendo A+++.
Aunque es complicado elegir dónde colocamos los frigoríficos o congeladores, pues por lo general las cocinas están diseñadas de forma prefijada, sí es cierto que colocarlos en un lugar no demasiado caliente nos ayudará a ahorrar en la factura.
Será efectivo tanto colocarlos en habitaciones donde la temperatura no sea elevada como ubicarlos lo más alejados posible de fuentes de calor. Entre otras, un horno que utilicemos de forma habitual o cualquier otra. Lógicamente, tener que mantener una determinada temperatura significa hacerlo en comparación con el entorno, y considerarlo puede sumar puntos verdes.
Otra manera muy sencilla de conseguir que el consumo no se dispare consiste, simplemente, en programar el aparato de forma adecuada. Básicamente, se trata de conocer el funcionamiento y prestaciones del aparato para lograr una refrigeración óptima. Sobre todo, cuidemos que el nivel de potencia no sea excesivo, teniendo en cuenta lo llena que suele estar la nevera o el congelador.
Por último, no olvidemos hacer una limpieza regular del congelador cuando éste hace hielo (no es no frost) para que éste no se acumule en exceso. Las capas de hielo dificulta que los alimentos se conserven bien, pues la temperatura no acaba de llegar como debiera.
Puesto que no se alcanzan las temperaturas convenientes, estamos despilfarrando energía sin obtener el resultado que esperamos. Además, el equipo trabaja más de lo necesario y ello afecta también a su durabilidad. Descongelarlo de forma periódica o ir controlándolo con la típica rasqueta es importante.