Ni Drácula está rondando nuestra casa ni hay vampiros escondidos en el trastero de la abuela, durmiendo en sus incómodas camas con tapa… Esta vez es todo mucho más aburrido y carente de emoción.
Eso sí, cuando llega la factura de la luz poner el grito en el cielo es lo más habitual. Y no es para menos, porque el montante a abonar se ha disparado por algo que realmente mete un buen susto al miedo.
Los culpables son los vampiros eléctricos, de dientes afilados y gusto por chupar energía abalanzados sobre el cuello de nuestros dispositivos móviles y electrodomésticos.
En este post vamos a introducir el tema y ayudarte a detener sus ataques con trucos y sencillos consejos. Funcionan como un vade retro, -locución latina que significa «aléjate de mí»-, contra el despilfarro de electricidad en el hogar o en la oficina.
Pasar a la acción es nuestra única alternativa. De poco vale entonar el mea culpa cuando tenemos a mano un sinfín de soluciones fáciles de poner en práctica. Veamos algunos de ellos e iniciemos una guerra abierta. La victoria será nuestra. Por cierto, los ajos no sirven de nada, ni siquiera cuando son ecológicos.
¿Por qué se le llama consumo vampiro?
La expresión es, valga la redundancia, realmente expresiva. Al tiempo, también resulta ilustrativa, pues el consumo vampiro alude al gasto eléctrico que muchos aparatos eléctricos hacen sin estar encendidos. O, para ser más exactos, estando aparentemente apagados.
Es decir, siguen absorbiendo energía aunque creamos que están apagados. El simple hecho de estar conectados a la luz significa un consumo de electricidad. Menor que cuando están encendidos, es cierto, pero a lo largo del mes, sumando los distintos aparatos, suponen un buen porcentaje del consumo total.
Por aquello de que actúan con sigilo, y nos pillan desprevenidos, el nombre le viene como anillo al dedo. Además, está presente en la mayoría de los dispositivos que utilizan actuales. Como los vampiros, no pueden resistirse cuando tienen un cuello a tiro.
Televisores, cargadores de teléfono y de un sinfín de gadgets, aparatos de aire acondicionado, estufas, lavadoras, reproductores de DVD o blu-ray, cadena hifi, computadoras… Todos ellos son también «vampiros eléctricos», puesto que su consumo lo es.
Actuar es ahorrar
Evitar que el problema acabe convirtiendo nuestra casa en el famoso castillo de Drácula es tan fácil como ponerse a ello. En realidad, la principal dificultad es que nos pasan desapercibidos.
Al igual que ocurre en las películas de vampiros, el elemento sorpresa es fundamental para conseguir su propósito, que no es otro que hincar el diente. En este caso, en lugar de aparecidos chupasangres tenemos que combatir a los vampiros chupaenergías . Por suerte, perfectamente identificables.
Nuestro primer cometido, por lo tanto, será localizarlos. ¿Y, es sencillo?. Lo es, simplemente hemos de darnos una vueltecita por casa y observar aquellos aparatos que tienen un pequeño piloto encendido cuando los apagamos.
Además, hay otros muchos que también lo son sin necesidad de tener ese piloto. Por ejemplo, muchos modelos de cargadores de teléfonos y demás dispositivos o, sin ir más lejos, las mismas regletas de enchufes que no tienen interruptor.
Otros equipos más grandes incorporan sus propios interruptores. En este caso, sabemos con certeza que no lo son. Igualmente, tampoco habrá problema con los pequeños dispositivos que lo tengan, aunque es raro que así sea.
Evitaremos este «consumo vampiro» desconectando los electrodomésticos (desenchufándolos) o utilizando una regleta con interruptor. De este modo, lo haremos de forma simultánea y cómoda.
Otro tipo de consumo oculto de electricidad, muy habitual en aparatos electrónicos es el conocido «modo de espera». En este caso, lo activaremos o desactivaremos desde el mando a distancia o accionando el interruptor correspondiente.
Como norma general, por último, si no utilizamos un aparato, apaguémoslo. Del todo. Nos lo agradecerá nuestro bolsillo y el planeta. Tenerlo en cuenta es dinero contante y sonante, además de un valioso gesto eco-amigable.