A iguales características y condiciones, -ubicación, materiales de construcción y arquitecto, pongamos por caso-, una casa de pequeño tamaño siempre será más ecológica que otra más grande, y ello se traducirá en un sinfín de aspectos verdes, como un menor consumo energético y también menor huella de carbono en general tanto a la hora de levantarla como en el día a día, y a su vez cuando llegue el fin de su vida útil.
Ese menor tamaño implica además otras ventajas, pues las mini casas son más económicas al necesitar un mínimo terreno y menos materiales, al tiempo que hacen ahorrar en la factura de la luz, en la limpieza y, normalmente, también es más barata si queremos remodelarla, venderla o alquilarla. Son beneficios contantes y sonantes que también agradece el medio ambiente.
Más sustentables
En contra de lo que solemos pensar en un primer momento, vivir en una casa grande no siempre es lo mejor. Lógicamente, el espacio es un valor cuando se trata de compartir un espacio o hábitat doméstico, sobre todo si queremos evitar el hacinamiento. Sin embargo, siempre que no se esté en situaciones límite de este tipo, un espacio reducido es compatible con un confort y calidad de vida.
Si por un lado perdemos o renunciamos a más espacio, por otro lado conseguimos un ahorro y un hábitat eco-amigable que de algún modo compensa esa amplitud soñada. En todo caso, el concepto es muy amplio y variable, por lo que una casa bioclimática de buen tamaño será más ecológica que otra más pequeña que no lo fuera.
Dejando de lado estas diferencias y el concepto de estatus social que atribuimos a la casa, al coche, etc. también hay que reconocer que los tiempos cambian y tener posibles puede estar relacionado con disponer de una vivienda pequeña por simple comodidad o, por qué no, quizá por compromiso ambiental. Además, el diseño puede hacer auténticos milagros y conseguir resultados fantásticos.
Excepto en el caso de las familias numerosas, podemos concluir que a menudo hay casas con habitaciones de sobra que no son, precisamente, una alternativa amigable con el planeta. Sería más sustentable y requeriría menores gastos de mantenimiento una vivienda pequeña, con la que, por otra parte, nos sería mucho más fácil lograr la autosuficiencia energética recurriendo a energías renovables como la biomasa, la solar o la eólica.
Su menor tamaño también facilita la integración con el paisaje y hace factible, a su vez, el uso de materiales naturales que puedan ser inviables para proyectos más grandes, con lo que las posibilidades de elegir unos u otros aumentan. Y, cómo no, si disponemos de un terreno en el que ubicarla, esa dimensión reducida dará un mayor protagonismo al entorno, que puede y debe aprovecharse siguiendo los principios bioclimáticos.
Las mini casas móviles
Las casas móviles suelen ser de pequeño tamaño. Aunque la construcción modular permite crear estructuras complejas, los módulos eco-amigables suelen utilizarse como alternativa a la construcción de una casa del modo convencional, optándose por espacios pequeños.
Si deseamos una integración paisajística, los módulos serán fabricados con materiales verdes que variarán en función del lugar donde vayan a ubicarse, si bien su gran ventaja no es sólo que se se levantan en unas horas, sino que además se pueden trasladar sin que haya impacto ambiental de ningún tipo.
Las casas tipo roulotte, con sus respectivas ruedas, también son una solución eco-amigable, a medio camino entre la caravana tradicional y las casas modulares o prefabricadas de madera o de cualquier otor material ecológico. Sus ruedas y sus reducidas dimensiones las convierten en una opción con grandes posibilidades para una vida sedentaria o nómada. En ambos casos, el planeta lo agradece.