SHE (Sustainable Housing in Europe) es un proyecto financiado por la Comisión Europea dentro del 5º Programa Marco para la Investigación y el Desarrollo, que pretende demostrar la viabilidad real de las viviendas sostenibles mediante cuatro proyectos piloto en otros tantos países diferentes, Dinamarca, Francia, Italia y Portugal.
En el proyecto que se desarrolla en Dinamarca, en la localidad de Aarhus, cincuenta personas pueden disfrutar de unos apartamentos revolucionarios que consumen energía de una forma racional y sostenible. Por ejemplo, con un efectivo aislamiento en el exterior, se consigue una confortable calidez en el interior. Y, por supuesto, también se ahorra dinero: la factura de la calefacción pasa de 200 euros al mes a 50, cuando el invierno es muy frío, como lo está siendo el de este año.
De momento, es los apartamentos, hay placas solares que proporcionan la energía que necesitan las luces de fuera, el cuarto de la lavadora y una de las casas de la comunidad. Pero se está barajando colocar más placas solares en el tejado para ahorrar mucha más electricidad.
La casa ahorra el 70% de la energía que necesita. Para el principal responsable del proyecto SHE (que se podría traducir como Casas Sostenibles en Europa), Palle Jorgensen, es fácil ahorrar energía si se sabe cómo hacerlo. Y no habla por hablar. El proyecto que coordina ha demostrado que se pueden construir casas con casi el 100% de materiales reciclables, siendo el 90% de las casas, hechas con madera.
Pero, al planificar una ciudad o un barrio, no sólo hay que pensar en los edificios. Hay que tener una visión global de la zona. En Viena, la capital austriaca, se desarrolla otro proyecto financiado por la Unión Europea que tiene como objetivo diseñar sistemas urbanos disminuyendo los impactos perjudiciales para el medio ambiente, teniendo en cuenta aspectos como el cambio climático, las emisiones de dióxido de carbono o el uso del suelo.
Según las previsiones, el aŕea urbana de Viena crecerá en los próximos cuarenta años un 54%, utilizando para ello cien kilómetros cuadrados de suelo. Christian Schremmer, responsable del proyecto llamado SUME (Sustainable Urban Metabolism for Europe), cree que este desarrollo podría costar casi un 80% menos si se lleva a cabo bajo los criterios de sostenibilidad que proponen. Se basan en tres aspectos: la planificación del transporte, la eficiencia energética de los edificios y el diseño arquitectónico de calidad.
La clave es lo que llaman metabolismo urbano: acciones racionales que reducen el impacto medioambiental. Cada día se pueden hacer tres o cuatro viajes al trabajo o a diversas actividades ineludibles. Si no hiciera falta coger el coche, no se consumiría tanta energía, no se emitiría CO2, no habría que usar tanto suelo…. Es eficiente en muchos sentidos.