Aprovechar las cenizas como abono


Las cenizas de la chimenea o de una pequeña fogata hecha para quemar ramas tras la poda tienen numerosos usos, como hacer jabón o, por ejemplo, su utilización como abono para cultivos ornamentales o comestibles.

Su uso indiscriminado puede resultar perjudicial. Está demostrado que un exceso daña los cultivos pero, en general, las cenizas de madera contienen minerales esenciales -fósforo, potasio y, en general, permanecen todos los minerales de la madera, excepto el nitrógeno y el azufre- que ayudan al crecimiento de céspedes, a la floración o al crecimiento de frutos como la cebolla o el ajo.

Las indicaciones varían en función del tipo de planta y composición del suelo, por lo que habrá que asesorarse para cada caso concreto. En general, es buena idea echarlo al compost, siempre de forma comedida, pues un exceso de alcaloides acidificará la tierra.

También se aplica directamente, espolvoreándolos, con el fin de obtener un fertilizante del que, de nuevo insistimos, conviene no abusar. Con una aplicación anual podría bastar, dependiendo de la composición del suelo, lo que significa que no hay que generalizar.

Repelente natural

Es popular su uso en el jardín o huerto como repelente para insectos, incluyendo caracoles, hormigas u otros, por lo que nos evita el uso de insecticidas químicos. Su eficacia dependerá de su renovación, sobre todo si ha hecho viento o ha llovido y de su ubicación estratética, preferentemente alrededor de las plantas, formando un círculo. Se ha de renovar de forma constante para no perder su eficacia.


Por último, mucho cuidado con las cenizas procedentes de maderas tratadas, desde las aglomeradas, melaninas, fórmica, etc, hasta las pintadas o demás, ya que no estamos ya ante una leña natural. Estos añadidos la convierten en tóxica tanto para su combustión como para el aprovechamiento posterior para abonar.

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