Bacteria que produce combustible a partir de la energía solar

Daniel Nocera
Daniel Nocera es un investigador muy enfocado a objetivos que parecen imposibles. Pero sólo lo parecen porque, en realidad, de utopías está hecha en la investigación científica en innumerables ocasiones. En su caso, hablamos de proyectos originales que tienen un inmenso potencial, y que no tardan ni un suspiro en convertirse en fenómenos virales.

Tratándose de lo que se trata, no podía ser de otro modo. En cuanto difunde un nuevo proyecto relacionado con las energías renovables, se desata la locura cibernética y la noticia da la vuelta al mundo en menos de 80 días, en mucho menos. Esta vez, ha conseguido algo casi mágico: obtener combustible a partir de la energía solar.

El combustible del sol

El combustible que procede de la energía solar necesita de un intermediario para que se obre el milagro, y éste no es otro que una bacteria modificada genéticamente. Es a través de ésta como ha conseguido que la energía solar se transforme en combustible, una alternativa verde a los combustibles fósiles en el mundo.

Si su invento acaba explotándose y resulta eficiente, sería el mayor descubrimiento de toda la historia para combatir el cambio climático, dando carpetazo definitivo a la era de los combustibles fósiles. Obviamente, el cambio afectaría a tantas y tantas cosas a nuestro alrededor que no sólo sería una revolución energética a escala global sino el nacimiento de un mundo nuevo. El mundo que un científico estadounidense de la Universidad de Harvard, llamado Daniel Rocera, creó un día en su laboratorio, un lugar en el que ni siquiera descansa el séptimo día.

Hoja artificial Daniel Nocera
Si el proceso de fotosíntesis de su hoja artificial, -su otro invento viral-, logra producir biomasa cuando la luz solar se cruza con el agua y el CO2, es gracias a bacterias modificadas genéticamente. Y, del mismo modo, la bacteria que toma el sol, produce combustible líquido, en esta ocasión de forma directa, sin pasar por el paso de la biomasa. En concreto, su bacteria maravillosa divide el agua en oxígeno e hidrógeno, absorbe éste y lo combina con dióxido de carbono para, finalmente, producir un alcohol parecido al etanol que se denomina isopropanol.

La hoja artificial que hace la fotosíntesis

En 2011, Nocera presentó su «hoja artificial», capaz de hacer la fotosíntesis dejándola caer en un cubo de agua. Está fabricada de silicio, níquel, cobalto y otros catalizadores, y su peculiaridad consiste en que reacciona químicamente ante la luz solar y produce oxígeno e hidrógeno, que tras ser recolectados y almacenados en pilas de combustible proporcionan electricidad. Además, «se trata de un dispositivo muy ligero y fabricado con materiales muy abundantes y de bajo coste», apunta Nocera.

Si este invento ya pretendía revolucionar la tecnología solar, este otro, primo hermano de aquel, todavía aspira a más. No sólo consigue combustible, con lo que solventa el problema del almacenamiento de la energía, el talón de Aquiles de las energías solar y eólica. Por lo pronto, comercializará el invento con su propia empresa, Sun Catalytix, en India en primer lugar, gracias al patrocinio del multimillonario Ratan Tata, que pretende hacer una inversión altruista para ayudar a miles de familias sin recursos.

Por ejemplo, con una hoja de un metro cuadrado, bañada en agua, se pueden cubrir las necesidades energéticas de un hogar medio en un país subdesarrollado, donde no hay tantas necesidades energéticas como en los países ricos, explica su creador. En el futuro, Nocera quiere apostar también por la creación de hojas que satisfagan también las necesidades de los países desarrollados. Eso, sin olvidar el gran desafío que supone seguir avanzando a partir de esa prodigiosa bacteria. Brillante principio, pero sólo es un primer paso al que deben seguirle otros muchos hasta lograr un combustible que represente una alternativa real al petróleo. Tiempo al tiempo…

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