Cuando no tenemos a mano un enchufe, la recarga del smartphone y demás dispositivos móviles se pueden llevar a cabo a través de distintas alternativas verdes. Además de las baterías externas, son numerosos los gadgets solares que aprovechan la versatilidad de las células fotovoltaicas para ofrecernos la posibilidad de hacer recargas más verdes.
¿Pero, qué hay de la energía cinética? También existen dispositivos que pueden resultar muy útiles en los más distintos contextos, e incluso existen instalaciones que transforman el movimiento en electricidad de un modo imperceptible.
Generar electricidad moviéndonos
Siva Cycle es un ejemplo de lo que la energía cinética puede hacer por nosotros en estos casos. Se trata de un pequeño dispositivo que se conecta a la rueda de la bicicleta y transforma el movimiento de las ruedas en energía suficiente como para recargar nuestro teléfono o cualquier otro pequeño aparato electrónico.
En la misma línea, existen cargadores manuales, que precisan que accionemos una manivela o palanca para así generar la energía necesaria. Si bien no es demasiado eficiente, sí resulta efectivo, y un último recurso de gran valor que puede ser de gran ayuda en situaciones límite, como las catástrofes naturales. En general, cumplen un buen papel en momentos puntuales, en los que no hay disponible otro tipo de solución.
Generar energía dando patadas a un balón es la propuesta de Scoccket, un balón de fútbol diseñado por alumnos de la Universidad de Harvard para la Fundación Uncharted Play, gracias a la que se consiguen tres horas de luz. Se trata de un proyecto que ayuda a las comunidades pobres a disponer de fuentes de energía fiables para que los niños puedan estudiar o hacer sus tareas escolares después de jugar al fútbol.
Por otra parte, hacerlo a cada paso es otra interesante posibilidad que podría acabar comercializándose en forma de dispositivos como calzado o simplemente en forma de plantillas. En concreto, SolePower es una plantilla que genera energía al caminar, si bien todavía está en fase experimental, intentando mejorar su eficiencia, pues precisa cainar 4 km para cargar un iPhone.
Recolección de energía
Más allá de los cargadores cinéticos personales, se han creado innovadores sistemas que permiten transformar los desplazamientos de la gente o del mismo ganado, pongamos por caso, para aprovechar esa energía que, de otro modo, se disiparía en forma de calor.
Todavía son algo insólito, pero los sistemas cinéticos que se han implementado hasta la fecha para poder transformarla, almacenarla y usarla después demuestran su gran potencial. Pacesetters Project (2006) es una de las iniciativas más conocidas, cuya aplicación de forma experimental resultó muy positiva.
En concreto, el mecanismo convertía los pasos de la gente en electricidad y posteriormente la aprovechaba para ayudar a alimentar el alumbrado público. O, de un modo similar, la empresa británica Pavegen instaló una losa en East London que recolecta energía cinética de los viandantes. Sería necesario instalar cinco losas en calles concurridas para iluminar una parada de autobús durante toda la noche.
También es posible aprovechar la concurrencia de coches para llevar a cabo una recolección de energía cinética, esta vez no a través de los pasos de la gente sino aprovechando un intenso tráfico rodado. Justamente, es lo que ha llevado a la práctica un supermercado Sainsbury’s de Gloucester, también en el Reino Unido, a través de la instalación de unos badenes que accionan unas tornas piezoeléctricas en la entrada del aparcamiento.
Cada coche que las atraviesa aporta energía con su simple movimiento y, al cabo del día, se obtiene la suficiente como para alimentar las cajas registradoras. Esa misma energía podría ampliarse añadiendo losas recolectoras para sumar energía al pasar la gente con los carros de la compra, con lo que se satisfaría parte de la energía necesaria por el establecimiento.
En el futuro, estas pruebas experimentales podrían acabar siendo habituales, pues logran recolectar energía de un modo imperceptible, sin alterar el diseño de los espacios ni exigir cambios de comportamiento. Su gran asignatura pendiente sigue siendo una mayor productividad, si bien cumplen su papel de un modo discreto que no deja de resultar interesante.