Los pistachos como otros muchos productos tienen una vida útil que va más allá de la alimentación. Y esto es posible gracias a una nueva investigación que se ha llevado a cabo por el Grupo de Aprovechamiento Integral de Recursos Biomásicos y Energías Renovables de la Universidad de Extremadura, con la que se ha conseguido que la cáscara de los pistachos se emplee para filtrar agua para que tenga más calidad.
El desarrollo
La investigación se centra en un filtro, que es de carbón activado, pero que ha sido construido utilizando la cáscara de pistacho.
Para ello, el equipo de este proyecto, que cuenta con financiación del Ministerio de Educación y de la Junta de Extremadura, ha empleado la hidrocarbonización, que consiste en triturar y en tener en condiciones homogéneas la biomasa.
Esta biomasa se ha introducido en el agua, siendo sometida con posterioridad a un calentamiento moderado de hasta 250 grados centígrados dentro de un reactor.
Este reactor, al cerrarse bien, crea una presión que propicia la degradación de la biomasa introducida, que se enriquece con carbono.
Además, con este sistema, el contenido de carbono será cada vez mayor en la biomasa. Un proceso que, al utilizar elementos biomásicos, es más sostenible y más respetuoso con el medioambiente.
Con este sistema, ya se ha limpiado agua para eliminar o reducir determinados compuestos orgánicos como la cafeína, que es un contaminante emergente, además de perjudicial.
¿Por qué el pistacho?
Y, ¿por qué se ha empleado el pistacho para hacer todo este sistema que sería como una jarra filtrante de agua? Varias han sido las causas de esta elección. Una de ellas es la durabilidad, mientras que otro factor decisivo ha sido el hecho de que este fruto se cultiva en Extremadura.
Además, el equipo de investigación ya había trabajado anteriormente con otros frutos secos como nueces o almendras, así como huesos de cereza o melocotón.
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