Como es bien sabido, la cosmética convencional poco tiene que ver con la natural, y tampoco descubrimos nada si decimos que son muchos los estudios y expertos que advierten sobre el impacto negativo que puede tener sobre nuestra salud.
Por poner un ejemplo, el Environmental Working Group, una ONG estadounidense que investiga sobre las sustancias tóxicas en todo tipo de productos, sostiene que los cosméticos que contienen químicos implican claros riesgos.
Más vale prevenir
Aunque encontrar pruebas (una relación causa efecto inequívoca) que demuestren su riesgo a menudo es complicado en humanos (no tanto con roedores), no puede negarse que prescindir de ellos es una manera sencilla de prevenir posibles problemas.
Prevenir y evitar, pongamos por caso, que llegue el día en el que se consigan pruebas irrefutables que nos dejen temblando por un uso habitual durante años a lo que ahora se considera «dosis seguras».
Es más, no existen estudios que puedan garantizar su inocuidad con un uso a largo plazo o cuando sumamos varios de ellos, algo que ocurre con el uso cotidiano de más de uno. Eso sí, al mirar la etiqueta de los productos, ya sea un gel de baño o un lápiz de labios, es importante tener en cuenta que en ocasiones los químicos más polémicos suelen sustituirse por otros que tampoco son fiables.
¿La solución? Los productos bio, con certificación ecológica, libres de compuestos sintéticos. Eso sí, no olvidemos tampoco en estos casos que no existen nada completamente inofensivo. Es decir, tambien los ingredientes biodegradables y/o procedentes del cultivo orgánico pueden provocar reacciones adversas, por lo general alergias.
Ingredientes tóxicos
La mayoría de estos ingredientes son derivados del petróleo y es fácil encontrarlos entre los ingredientes de productos cosméticos o de cuidado personal.
Numerosos estudios han encontrado una asociación entre estos químicos y problemas de salud de distinto tipo y gravedad. Sus efectos pueden ir desde las reacciones alérgicas o alteraciones hormonales, daños en el hígado y riñones, cánceres o hasta problemas en el desarrollo del feto.
1. Parabenos:Las autoridades sanitarias europeas las consideran sustancias de baja toxicidad, pero hay señales de alarma que hacen pensar. Un estudio realizado en 2004 a mujeres británicas con cáncer de mama encontró restos de parabenos procedentes de cosméticos en nueve de cada diez biopsias.
No se ha podido establecer la relación directa entre el cáncer y estos compuestos, pero numerosos científicos alertan sobre ello. Entre otros, Phillip Harvey, editor del Journal of Applied Toxicology, afirmó que los parabenos están relacionados con el aumento de la incidencia de esta enfermedad.
2. Ftalatos: Los ftalatos se utilizan como disolventes y suavizantes. Son muchos los estudios que los relacionan con disfunciones hormonales, cánceres y malformaciones en el feto. En la UE están prohibidos en artículos para niños y son altamente contaminantes.
A la hora de identificarlos en las etiquetas hay que buscar nomenclaturas de distinto tipo, entre otras el butilbenziftalato o BBP, el dibutilftalato o DBP, el dietilexiloftalato o DEHP, el diunddecilftalato o DUP o, por ejemplo, el butildecilftalato o BDP.
3. Formaldehido: Compuesto químico que se utiliza como conservante para cosméticos, limpiadores y otros productos de consumo. Es un gas incoloro de olor penetrante.
La OMS lo ha declarado «cancerígeno» y pese a estar prohibido en su forma pura se utilizan otros compuestos que lo producen. Una de las sustancias capaces de liberarlo es el Quaternium 15.
4. Polietilenglicol (PEG): Actúa como un emulsionante. Las sillas PEG acompañadas de un número y el sufijo TH, proveniente de Steareth o Laureth. Su problema no es tanto su toxicidad como su alto nivel de absorción, haciendo que también penetren más otros compuestos tóxicos.
5. Tolueno: Neurotoxina que suele encontrarse en uñas, tintes y decolorantes. Puede provocar problemas respiratorios, afecta al sistema inmunitario y cáncer. Tabién aparece bajo los nombres de benceno, fenilmetano o metilbenceno.