Para practicar una fotografía al aire libre más sostenible y respetuosa con el medio ambiente han de cumplirse una serie de condiciones básicas que demuestren que tenemos una mínima conciencia ecológica hacia el entorno.
A su vez, importa el trato que le demos al equipo, cómo lo utilicemos y de qué modo actuemos para prolongar la durabilidad de las cámaras y demás complementos o accesorios fotográficos. En este post daremos algunos consejos eco-amigables para que hacer fotografías al aire libre no suponga una huella de carbono excesiva gracias a la aplicación de buenas prácticas.
Buscar la inspiración
El desplazamiento es un importante elemento a tener en cuenta, centrándonos sobre todo en el medio de transporte utilizado y en la distancia recorrida. Aún así, también es cierto que muchos viajes son en sí mismos ocasiones para hacer un sinfín de fotografías, por lo que en el recorrido encontramos el destino, innumerables destinos de los que sacar partido con la cámara. Sobre todo, cuando el viaje se hace en medios de transporte más sostenibles como el tren, los autobuses, la bicicleta o el coche de San Fernando, un ratito a pie y otro andando…
Por contra, el avión o el coche son más contaminantes, y por sus características también nos aislan del entorno, por lo que habrá menos oportunidades para tomar imágenes. De este modo, idealmente, será más ecológico buscar destinos cercanos y recorrerlos disfrutando de paisajes, del entorno en general. En este punto, la elección de un medio de transporte verde suele ser también propicio para hacer fotos.
De hecho, para encontrar inspiración no siempre es necesario recorrer grandes distancias, desplazarse hasta lugares remotos en busca de la inspiración. A veces tenemos la naturaleza más cerca de lo que creemos y, en todo caso, otra opción es compartir coche para hacer una excursión a un entorno natural y pasar el día haciendo fotos.
Ahorrar energía
Trabajar con equipos obsoletos no es una opción interesante, sobre todo actualmente, un momento en el que la tecnología avanza de forma espectacular. Sin embargo, esa constante oferta de nuevas cámaras y objetivos es una tentación que no hace ningún favor al planeta ni, obviamente al bolsillo. Encontrar el punto medio sería lo razonable, una solución a medio camino entre el material ya caduco o superado por nuevas tecnologías y un querer estar a la última. Afortunadamente, el mercado de segunda mano de fotografía ofrece buenas opciones que también resultan más asequibles y favorecen la sostenibilidad ambiental.
Vender o regalar el equipo que no utilizamos es otro modo de aumentar su vida útil, incluyendo baterías, cámaras, impresoras, mochilas y objetivos macro, teleobjetivos o, por ejemplo, grandes angulares, muy utilizados en la fotografía de Naturaleza. En este sentido, adquirir un cuerpo y adaptar distintos objetivos intercambiables es una opción sostenible, sobre todo si lo hacemos con algún amigo o familiar para así poder compartir gastos y utilizarlos conjuntamente.
A la hora de hacer fotos al aire libre, desactivemos el flash si lo tenemos configurado en modo automático, pues normalmente no es necesario. De esta forma ahorramos energía. Incluso cuando hacemos fotos macro, que normalmente necesita luz extra, por ética hacia los animales se recomienda no utilizar el flash. En general, el flash sólo se utilizará en casos excepcionales, si se quiere enfocar un objeto en un primer plano y tenemos en el fondo un paisaje.
Programar el display para que se desactive cuando no lo utilicemos o desactivarlo y utilizar el visor convencional, si es que disponemos de él, son otros modos de prolongar la duración de la batería. Sin embargo, el hecho de disparar en modo ráfaga podría no suponer un mayor desgaste o, al menos, no mayor que si damos un mayor uso al enfoque.
Tampoco nos interesa apagar la cámara si estamos haciendo fotos al aire libre y constantemente andamos encendiéndola cada vez que surge una ocasión. Aunque nos parezca que estamos ahorrando batería, al tiempo estaríamos mermando la vida útil de la cámara, por lo que no compensa. Simplemente dejemos la cámara en modo de reposo, con el display programado para desactivarse cuando no se utilice, sin apagarla.
Además de ahorrar energía, optar por los cargadores solares es un gesto ecológico que también resulta práctico cuando no se tiene un enchufe cerca. Y, por supuesto, hay que tener mucho cuidado con acercarnos a zonas donde hay ventiscas que levanten polvo o a la misma playa para proteger los equipos. Tampoco conviene el sol directo ni las salpicaduras.
Ética ecológica
Hacer fotos en un entorno natural, por último, significa introducirse en él, una presencia que nunca ha de ser invasiva. Ese respeto por el entorno, por otra parte, se percibe en cada captura y consigue transmitir una sensibilidad especial muy hermosa. Huelga decir que los entornos protegidos exigen un especial cuidado por nuestra parte hacia la fauna y flora.
Fotografiar un nido, por ejemplo, no ha de suponer tocar las crías para colocarlas o acercarlas, ni siquiera hemos de tocar el nido, pues el mismo olor que dejemos podría hacer que los pájaros rechazasen a sus crías. De igual modo, como hemos mencionado anteriormente, el flash hay que usarlo con cuidado o, mejor todavía, prescindir de él para no asustar a los animales. En particular, las fotos macro acercan demasiado el flash o los flashes, provocando unos destellos nefastos para los insectos y demás animales de pequeño tamaño.