La decoración con frutos de otoño y hojas secas es típica para celebrar la entrada en la estación, pero también es cierto que hacerlo se ha convertido en un clásico, por lo que no tiene fecha en el calendario. Aprovechemos esta circunstancia para hacer decoraciones duraderas, que puedan sernos de utilidad de forma puntual y también para ambientar espacios durante todo el año.
De este modo, estamos ahorrando tiempo, dinero y reducimos desechos, una triple ventaja que se convierte en un gesto ecológico práctico y ventajoso. Sin embargo, la decoración de Halloween tiene un tono especialmente intenso y específico, y ello puede ponerlos difícil la tarea.
Para lograr esa durabilidad que nos permita su uso durante varios años vamos a repasar algunos sencillos consejos, entre los que también encontrarás el modo de sacar el mayor partido de las materias primas, en este caso las típicas calabazas y otros accesorios (retales de tela, viejas escobas, velas recicladas, ) que te ayuden a crear un ambiente estiloso con un toque simpático realmente siniestro y terrorífico…
Menos es más…
En cuestiones ecológicas, reducir es ganar. Las famosas tres erres (reducir, reutilizar y reciclar) nos lo dejan bien claro. Casualmente, además, en decoración también puede aplicarse esta misma máxima. Una feliz coincidencia que nos ayudará a trabajar menos y lucir más nuestros proyectos.
Si lo pensamos bien, muy probablemente no sea necesario comprar merchandising típica de Halloween para atestar la casa, interior y jardín con objetos que nos den escalofríos. Terrorífico es en realidad para el planeta que nos lancemos al consumismo cuando hay alternativas estupendas mucho más ecológicas.
Las ventajas bien valen la pena. Por un lado, nos concentraremos solo en uno o en unos pocos, por lo que el resultado será mejor, ya que le dedicaremos toda nuestra atención y más tiempo. Además, la ecología será un capítulo superado con nota, sobre todo si además usamos calabazas bien vaciadas y posteriormente dejadas secar para que nos duren más.
Aprovechándolo todo
Con los restos, es decir, esa pulpa que nos sobra, será fácil hacer platos riquísimos, desde su simple horneado, que nos sabrá genial si la calabaza es mínimamente dulce. En caso contrario, acompañémosla con una guarnición o con una decoración que la endulce, como la miel, la nata con nueces, un poquito de azúcar, edulcorante tipo Stevia, fructosa…
La sopa de calabaza también es un plato delicioso, o el puré, e incluso podemos hacer una sopa tipo juliana, con tropezones que bien pueden ser trocitos de hortalizas tipo patata, cebolla, zanahoria y, por supuesto, la misma pulpa de la calabaza troceadita en dados muy pequeños.
La repostería puede llegar a ser muy, pero que muy buena y rica idea. No solo porque las posibilidades de ser creativos son tremendas, sino porque además las recetas más sencillas, como magdalenas, bizcochos o galletitas nos servirán de base para decorarlas al más puro estilo de Halloween.
Por último, si no queremos darnos un palizón para hacer decoraciones terroríficas, simplemente reservemos la típica lámpara creada a partir de una calabaza tallada para los días previos a Halloween y aprovechemos la decoración otoñal en la que caben tanto las calabazas enteras como otros frutos de otoño, hojas secas y ramas para conseguir una atmósfera sugerente.
Si la elaboramos con buen gusto nos servirá para toda la temporada, y bastará con añadir algún detalle como velas o la calabaza tallada la víspera de todos los Santos para que cobre un significado especial. No olvidemos que la oscuridad es el mejor atrezzo en Halloween, y nos sale gratuita. La penumbra también sale muy económica, para el bolsillo y para el planeta, juguemos con ello, y no con el planeta.