Las impresoras que escupen objetos en 3D son algo novedoso y, sin duda, toda una revolución a nivel mundial, por lo que sólo era cuestión de tiempo que surgiera una interesante iniciativa para sustituir los materiales plásticos por otros más ecológicos.
Las posibilidades de crear objetos mediante impresión son casi infinitas (ropa, armas, órganos, juguetes, elementos prácticos o decorativos, etc.), pero los materiales empleados (termoplástico o polímeros) suelen ser altamente contaminantes en la práctica totalidad de los casos.
La propuesta de un grupo de científicos estadounidenses liderados por los arquitecto Ronald Rael y Virginia San Fratelio es precisamente la contraria, es decir utilizar materiales que no supongan un atentado ambiental. Su ambicioso objetivo consiste en proponer materiales verdes que sean lo suficientemente buenos como para sustituir a los convencionales.
Un resultado aún más verde
La intención no es otra que hacer de la impresión en 3D una experiencia todavía más ecológica, sumando al ahorro en transporte y demás un fundamental plus con la producción de objetos a partir de materia prima no contaminante.
Hasta la fecha se ha experimentado con éxito con huesos, arena, arcilla, sal, con un polímero de cemento tan fuerte como el hormigón y con un compuesto de madera molida de arce y papel reciclados, llegando a producir objetos que parecen completamente de madera, incluyendo el dibujo de las típicas vetas.
Según explican estos pioneros de la impresión ecoamigable en 3D, la gran ventaja de los materiales que proponen trasciende lo ecológico, pues también son más asequibles, versátiles e igual de resistentes que los plásticos tradicionales. Y, qué duda cabe, si el resultado suma economía a durabilidad, de nuevo podemos afirmar que se trata de un producto más sostenible. El tiempo dirá si estos ímprobos esfuerzos consiguen su loable objetivo.