Lejos de ser un objeto burdo, las garrafas de plástico invitan a soñar con un reciclaje creativo, incluso artístico, y siempre hay algún modo de sacarles partido para fines práctico. Son un todoterreno para el reciclaje casero, tremendamente útiles si sabemos sacarles partido.
La primera de las ideas es justo todo lo contrario, un consejo pensando en la salud. Como es sabido, las botellas y garrafas de plástico no son aptas para su reutilización. No porque no sea posible usarlas una y mil veces, sino por la degeneración del plástico, por lo que se disuelven en el agua y los ingerimos.
Hecha esta obligatoria advertencia sobre sus riesgos, ya sólo nos resta reciclar y reciclar, ya sea dándoles otro uso en casa o llevándolas al correspondiente contenedor de color amarillo, que recoge plásticos y latas. En este último caso, no olvidemos vaciarlas antes.
Manos a la obra: materiales e inspiración
Ahora sí, llegó el momento de la verdad: tenemos delante nuestro una garrafa de plástico y nos gustaría darle una nueva vida. ¿Qué hacer? Sobre todo, dependerá de nuestra idea. Si tenemos claro el uso que vamos a darle, simplemente vayamos con ello.
Además de trazar un plan de los pasos que vamos a dar, básicamente, necesitaremos una tijeras y/o cúter, así como un rotulador para marcar las líneas de corte. Nos bastará con estas sencillas herramientas tanto si queremos hacer proyectos sencillos (una maceta, un contenedor o una pila horizontal de contenedores para guardar objetos, etc.), como si se trata de otro más complejo, en cuyo caso o se precisará de una destreza especial a la hora de cortar o, por ejemplo, de otros materiales, como colas, pintura, retales o similares.
Si no tenemos una idea preconcebida, dejémonos llevar por la imaginación sin dejar de considerar aspectos prácticos. En primer lugar, valoremos la dureza del plástico, su color (los hay azules, transparentes, blancos…),así como su forma (redondos, con estrías, rectangulares, con asa, sin asa, etc.) y veamos cómo aprovecharla convirtiéndola en lo que deseemos o, por ejemplo, en alguna de las ideas que damos este post.
Las posibilidades son muchas, y también los niveles de dificultad. Por lo tanto, empecemos con lo más fácil: cortarla por la mitad para transformarla al momento en un contenedor que nos servirá para un sinfín de cosas, como maceta para una planta (nos sirven ambas partes, si bien la superior tendrá menos estabilidad, pero quedará genial colgada), un comedero para mascotas, puestas en horizontal, apilándolas en forma de panal, nos ayudarán a organizar objetos o pequeñas prendas de ropa, como calcetines, ropa interior o complementos e incluso zapatos.
A partir de esta sencilla operación podemos ir un poquito más allá. Ser creativos aquí tiene premio, y las posibildiades no tienen añadiendo un asa más o menos larga para poder colgarlo, bien de cuerda, anudando, pegando o quizá cosiendo retales y también aprovechando algún fular sin uso. Con ello convertimos la garrafa en un contenedor o cestita colgante o, si nos apetece, en un original bolso de playa, ideal si utilizamos garrafas grandes y rectangulares de plástico blanco, mucho más resistente.
Si hacemos una ventana en su parte central, bien redonda, ovalada cuadrada o rectangular, conseguiremos desde una jardinera que poder apoyar bien en el suelo, con gran estabilidad, hasta un comedero para animales protegido de la lluvia, ideal para introducir alpiste para pájaros o pienso para perros o gatos.
Decorar y jugar también riman con reciclar. En este caso, las garrafas se convertiran fácilmente en objetos funcionales y decorativos, como por ejemplo revisteros, o en juguetes muy divertidos, que entretienen al fabricarlos y luego a la hora de jugar con ellos. Convertidas en camiones (los tapones serán las ruedas y en su interior es fácil introducir muñecos, los pasajeros perfectos) o en monstruitos que den un susto al miedo.