El mobiliario urbano no solo es un gasto importante para la administración municipal, sino que además tiene que cumplir con su cometido de forma eficaz. Es decir, ha de ser práctico y responder a las necesidades de la ciudadanía, buscando aunar seguridad, ocio y funcionalidad en sentido amplio.
En este escenario las propuestas más innovadoras de corte ecológico pueden ser toda una revolución. En este post vamos a repasar tres originales iniciativas que en un futuro podrían llenar nuestras calles de árboles y plantas bioluminiscentes.
Iluminación urbana con árboles insólitos
El primer proyecto que destacamos utiliza las nanopartículas de oro para otorgar a los árboles un brillo que podría hacerlos servir para iluminar las calles. El secreto no es otro que la implantación de una especie de polvo de oro para dar una vuelta de tuerca a la tecnología de la iluminación.
El invento lo debemos a unos investigadores del Centro de Ciencias Aplicadas de la Universidad Sinica, en Taiwán y a su curiosa propuesta de bioluminiscencia a partir de nanopartículas de oro. Su objetivo era buscar una iluminación de alta eficiencia, que pudiera ofrecer beneficios similares a los LED basado en la citada bioluminiscencia.
Otro de los proyectos que podrían convertir los árboles y plantas en general en farolas vivientes es el planteado por el biólogo molecular Alexander Krichevski, cuya sorprendente creación se publicó en PLOS One en 2010. Estética y funcionalidad se suman en el proyecto Starlight Avatar para que las plantas produzcan luz a lo largo de todo su ciclo de vida.
Su trabajo lo llevó a cabo junto con el empresario tecnológico Tai Eidelberg. Juntos crearon Bioglow, una empresa dedicada a crear plantas productoras de luz. El logro es indudable, pero siguen avanzando creando nuevas y emocionantes variedades de plantas para uso ornamental, buscando siempre mejorar la sostenibilidad.
No se utiliza electricidad ni productos químicos sino una luminiscencia de forma autónoma. O, lo que es lo mismo, diseñan plantas autoluminiscentes que constituyen fuentes de luz limpia y asequible. La primera se empezó a comercializar en 2013 con el citado nombre de Starlight Avatar.
El objetivo de este invento es aprovechar la modificación genética realizada a las plantas para producir luz. Por lo pronto, han logrado una luz verde que permite leer cerca de ella, pero todavía no son lo suficientemente luminosas como para funcionar como luz nocturna en ciudades.
Por último, el tercero es una idea similar pero a la vez muy distinta. Se trata de un proyecto desarrollado por investigadores del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y el objetivo no es otro que generar energía a partir de la energía cinética que se produce de un modo prácticamente imperceptible a nuestro alrededor.
Si observamos a nuestro alrededor, difícilmente veremos moverse de forma sutil los inmuebles cuando hay viento. Ni tampoco apreciaremos las ondas sísmicas que produce el tráfico rodado, entre otros elementos que ocasionan este tipo de vibraciones. Sin embargo, ahí están para aprovecharlas, al menos parte de ellas, para así reciclarlas.
Estos científicos han conseguido hacerlo a través de unos sistemas con forma de árboles mecánicos en los que se ha implementado un material electromecánico conocido como polifluoruro de vinilideno. Si bien dependen del viento que haga y de la mayor o menor intensidad del tráfico. Aún en fase de perfeccionamiento, han conseguido una tensión eléctrica de 2 vatios en las últimas pruebas.
El resultado es un árbol robótico, que ilumina las calles por las noches gracias a la energía generada a través de este mecanismo. Sus creadores sugieren que sería interesante utilizarlo como fuente de energía ecológica en lugares estratégicos en los que no sean convenientes las instalaciones eólicas o solares.