A finales del siglo XIX se produjo una gran revolución sexual. Principalmente (o, al menos, en primer lugar), ocurrió en Inglaterra, paralelamente a otra Revolución, la Industrial. La revolución sexual no hubiera podido producirse sin el medio de transporte más ecológico: la bicicleta.
Así lo cree uno de los genetistas más reconocidos del Reino Unido, Stephen Jones, profesor del University College de Londres. Para este científico, la invención de la bicicleta ha sido el evento más importante en los últimos 100.000 años de la historia del ser humano, ya que permitió que no se limitaran a encontrar a su compañera sexual en la puerta de al lado, sino que pudieron trasladarse a aldeas vecinas y mantener relaciones sexuales con la chica del pueblo de al lado, lo que provocó una mejora genética.
A finales del siglo XIX, en países como Inglaterra, la bicicleta se usaba de forma masiva, sobre todo, cuando llegó la rueda con radios de finos cables de metal en tensión que permitieron aligerar el uso de las ruedas. Después, aparecieron la cadena y las marchas. El sistema permite que, con sólo una vuelta de pedal, la rueda se mueva varias vueltas. Bicicletas más ligeras, más fáciles de montar, más apropiadas para las damas de la época. En definitiva, un sistema de transporte barato, eficiente y accesible para todos.
La bicicleta, en fin, cambió la forma de cortejar que usaba la juventud de finales del siglo XIX. La bicicleta, según noticias de la época, disminuyó la asistencia a la iglesia, extendió nuevas tendencias de cortejo entre los jóvenes e incluso provocó un declive en el uso del piano.
Cortejo a más de 48 km
El caso es que el cambio en las costumbres amatorias propició también un cambio en nuestros genes. Según Stephen Stearns, de la Universidad de Yale, Estados Unidos, la bicicleta permitió ampliar en 48 kilómetros la distancia de cortejo de los hombres en la Inglaterra de finales del XIX.
Por otra parte, el uso masivo de la bicicleta estimuló la pavimentación de las vías, lo que facilitó la posterior incorporación y uso del automóvil. A partir de entonces, se produjo un proceso de migración masiva sin precedentes que dura hasta la actualidad.
La distancia entre los orígenes de las parejas actuales es, normalmente, mucho mayor que la de generaciones anteriores. Sobre todo, en grandes ciudades como Londres, Madrid, Barcelona, Buenos Aires, México D.F. En las grandes capitales del mundo la variedad genética es asombrosa.
La diversidad genética desempeña un papel primordial en el desarrollo de nuestro sistema inmune y tendrá repercusiones futuras que no son fáciles de ver. La diversidad genética es el material base para la evolución. Sin la diversidad genética, aún seríamos primates. Sin la bicicleta, todavía seríamos poco más que monos.
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