Bruce Munro es el creador de estos nenúfares que parecen salidos de un mundo mágico. Bien mirado, sin embargo, no es nada raro que su imaginativa mente invente algo así, pues estamos hablando de un artista famoso ya por sus instalaciones luminosas en espacios abiertos.
En otras ocasiones, por lo tanto, este británico que estudió Bellas Artes en la Politécnica de Bristol y luego tuvo en Australia una empresa de diseño de señalización luminosa ya ha demostrado de lo que es capaz con propuestas que consiguen crear ambientes maravillosos en exteriores. Pero en esta ocasión el reciclaje también es protagonista, y de algún modo marca una pequeña gran diferencia que acaba siendo definitiva a la hora de valorar el proyecto y, sobre todo, el impacto ambiental.
Desde que volvió al Reino Unido, y de eso hace ya una década, encontró reconocimiento como artista con sus instalaciones luminosas, que conjugaban bombillas de distintos colores y formas. Hasta que ha llegado la inspiración para estos gigantescos nenúfares, dentro de la misma línea evocadora de atmósferas increíbles.
Fantasías de ensueño
Uniendo cientos, miles de CDs usados e inservibles de tonos similares y ubicándolos después sobre las límpidas aguas de los lagos, como el Longwood Garden, consigue crear una fantasía que bien puede considerarse una auténtica obra de arte que podemos disfrutar paseando envueltos en plena naturaleza.
Los destellos que reflejan en distintos momentos del día, es decir, al amanecer, al atardecer o por la noche, sobre todo las noches iluminadas por la luna, son impresionantes por la gama de colores que despliegan. Rodeados de agua en calma, que también parece un enorme espejo, atrapa nuestros sentidos sin remedio alguno, aunque, al mismo tiempo, también podemos disfrutar del canto de los pájaros y, en suma, de los idílicos paisajes que recrean estos verdes entornos.